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Argentina

Argentina: Fin de ciclo K ¿Y si no se quieren ir? – por Marcelo Duclos

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MarceloDuclosEsta pregunta, que seguramente ha dicho presente en cientos de mesas de debate político, me preocupa cada vez más. Aunque la cuestión ya tiene respuesta (es no, lógicamente, no se quieren ir) y el verdadero punto sea “¿se van a ir?” es inquietante el paralelismo de los modelos populistas de Argentina y Venezuela, por lo que la actualidad de la República Bolivariana debe, como mínimo, alertarnos.

Hasta el día de hoy se ha comprobado la gradualidad del deterioro institucional de ambos países en un proceso que pareciera mostrarnos en el régimen de Maduro nuestro futuro más inmediato.

Así fue con la toma y usurpación del Estado por una facción partidaria, así fue con la demonización del que piensa distinto al gobierno, así fue con la destrucción de la moneda y la inflación descontrolada, así fue con la persecución a la prensa independiente, así fue con las violaciones a la propiedad privada y a las libertades básicas, con la inseguridad reinante y con la corrupción más impúdica.

Los resultados de los modelos estatistas dirigistas también han mostrado sus mismos resultados en la cotidianeidad económica: Faltantes de artículos básicos, dependencia en determinados sectores relacionados con el comercio internacional, fuertes caídas en el salario real, mayor asistencialismo y restricciones cambiarias que no existen en ningún lugar del mundo salvo en estos países.

Si bien el desabastecimiento venezolano ha llegado a límites difíciles de imaginar, en nuestro país hemos escrito nuevas páginas tragicómicas para nuestra tan extensa locura. Tales son los casos de la insólita “corrida de tampones” y el absurdo de “Precios Cuidados”, que de ser tomado en serio por el gobierno, dejaría las góndolas tan vacías como los sectores donde supuestamente se encuentran esos productos.

Iniciado este 2015, el régimen ideado por Hugo Chávez y continuado por su ladero Nicolás Maduro ya terminó definitivamente con la democracia. Los opositores son perseguidos abiertamente y encarcelados, aún ejerciendo funciones ejecutivas como la del Intendente de Caracas, Antonio Ledezma.

Lamentablemente ya no tiene ningún sentido presentarse a elecciones contra el régimen bolivariano. Han destruido cualquier vestigio de legalidad y toda posibilidad de obtener un resultado que revele, más o menos, la voluntad popular. La salida la tienen los mismos venezolanos que deberán encontrar una solución irregular a toda esta locura.

Esto me merece dos reflexiones. Por un lado que la necesidad de terminar con el gobierno de Maduro tiene que ser reconocida abiertamente. No se puede mirar para otro lado ante la persecución clásica de una dictadura. Está claro que la corporación política y sus foros internacionales no lo va a hacer. Es por eso que la mayor cantidad de voces independientes hoy es una necesidad para un país oprimido. Una segunda consideración es que lo que tenga que pasar en Venezuela no puede ser tildado como un “golpe” (claro que desde el gobierno esto es lo que se va a hacer), sino de una justa revolución. El golpe lo dio el Poder Ejecutivo cuando se adueñó de los estamentos del Estado para perpetuarse en el poder.

¿Alguien cree que el ejército venezolano dará los verdaderos resultados de una elección adversa al chavismo? ¿Alguien cree que la justicia venezolana respaldará a los opositores perseguidos? Como manifesté este deterioro ha sido gradual. Hubiera sido imposible de otra manera. Hace un tiempo el gobierno todavía otorgaba los meros puestos testimoniales a los diputados, intendentes y gobernadores que hoy son perseguidos y encarcelados. Todos cayeron en la trampa.

Aquí es cuando el paralelismo con Argentina se torna tenebroso. La trágica muerte del fiscal Alberto Nisman parece un punto de inflexión en un momento que el kirchnerismo continúa impulsando reformas en sectores del Estado que contarán con la imparcialidad política del Sebin venezolano. Que el mismo gobierno esté sospechado por la opinión pública por la muerte del fiscal es casi tan terrible como la certeza de que el hecho quedará impune de caer en manos del sector judicial kirchnerista. Hoy más que nunca la República y la división de poderes, muerta en Venezuela y enferma en Argentina, es un grito sagrado como el de Libertad.

Desde esta columna pretendo dejar solamente una inquietud, que honestamente, me viene preocupando un poco más con el correr de los días. La diputada Elisa Carrió, luego de muchos aciertos y errores en sus predicciones políticas, ya habló de un autogolpe vinculado con el General César Milani. Las amenazas de los grupos paraestatales con sus consignas… ¿ambiguas? como la de “no toquen a Cristina” o “que quilombo se va a armar”, las frecuentes pérdidas de armamento militar y el pensamiento autoritario de algunos miembros de la mesa chica que escucha la presidente (que poco han cambiado en sus concepciones ideológicas desde los años setenta a hoy) dan un marco delicado a este fin de ciclo.

Las pocas certezas con las que cuento son que el traspaso democrático institucional, a quien corresponda por voluntad popular, no es el mayor deseo del gobierno. Cabe destacar que Cristina Fernández reconoció abiertamente que trabaja para entregar el mandato a alguien que piense “parecido”. Que en la opinión pública se repita la pregunta “¿Te imaginás a Cristina entregando la banda a Macri, Massa o Scioli?” y que esto no tenga una única respuesta afirmativa es, en mi opinión, preocupante.

* Marcelo Duclos es Periodista (TEA) y Master en Ciencias Políticas y Economía (Eseade). Conductor de Los Violinistas del Titanic en Radio Palermo.

Fuente: HACER

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