El Congreso aprobó la noche del jueves el informe de la llamada Megacomisión investigadora del caso “narcoindultos”. Un paso más, no para luchar contra la corrupción, sino para cerrarle el paso a Alan García en una eventual postulación presidencial para el año 2016, continuando con su persecución política.

Lo de hacer carrera cabalgando sobre el lomo de García no es nuevo. Ahí está el “moralizador” Olivera, quien produjo, por ejemplo, al hoy cuestionado César Álvarez cobijándolo en su partido. Se puede sumar a Diez Canseco y a varios otros socialistas contemporáneos a García que le extendieron la cortesía de una envidia visceral al no poder reeditar sus logros políticos. También puede añadirse a folclóricos cancerberos a destajo, como Gustavo Pacheco o Heriberto Benítez, y hasta al propio Cateriano y el ala vargasllosista de la derecha. Ahora se suma Sergio Tejada, cuya única “virtud” que lo hace “destacable” en la medianía del Congreso es su persecución a García. Sin Alan, nadie sabría que existe. Hasta Rimarachín se haría notar más con su cantaleta antiminera.

¿Y los fujimoristas? Todo indica que el cálculo político del fujimorismo termina haciéndole el juego a un humalismo que sigue corriendo hacia el proyecto reeleccionista conyugal. Deplorable ausentismo “ponciopilatesco” de muchos de sus congresistas a la hora de votar por el informe de la Megacomisión anti-alanista. Sumarse a extirpar a Alan de la ecuación electoral del 2016 puede ser un boomerang para los naranjas, pues el verdadero enemigo es la posibilidad de un “segundo tiempo” de los nacionalistas.

La izquierda ya se dio cuenta de que no gana “en cancha” y que le es más rentable ganar “en mesa”. Sacó a Fujimori en la década pasada y pretende hacer lo propio con García en esta. Curiosamente, los dos líderes de las fuerzas políticas que más pueden garantizar la continuidad del actual modelo económico. No es casual. Es causal. Es la cacería roja, cuyo lema parece ser: “Si el rival estresa, mejor eliminarlo en mesa”.

Fuente: Correo (Perú)