Los descendientes de los cientos de miles de griegos y asirios asesinados por el imperio Otomano buscan el reconocimiento internacional de que se trató de un genocidio, al igual que en el caso de los armenios.

Los millones de muertes y deportaciones ocurridas durante los últimos años del imperio otomano todavía marcan un episodio negro entre Turquía y Armenia. Pero no fueron sólo los armenios los que acabaron perseguidos durante las masacres que tuvieron lugar entre 1913 y 1922. Los cristianos griegos, asirios e incluso los judíos también fueron perseguidos, exiliados en marchas de la muerte y sus propiedades terminaron siendo confiscadas. Entre 500.000 y 950.000 griegos otomanos fueron asesinados en aquel período, mientras que entre 250.000 y 750.000 asirios perdieron sus vidas.

En marzo pasado, Armenia declaró oficialmente a la persecución sufrida por los griegos y asirios como genocidio. Ese fue el último paso en un esfuerzo de colaboración de grupos que han sido víctimas de los efectos de la Primera Guerra Mundial en manos del imperio otomano que intentó centralizar un imperio decadente en torno de una nación islámica.

“Está claro que durante el Holocausto, los nazis utilizaron las mismas prácticas del imperio otomano: el exterminio, las marchas de la muerte y las deportaciones. Querían acabar con los armenios, y no satisfechos con eso, decidieron hacer lo mismo con los griegos y los asirios. Es por esto que los tres grupos siempre colaboran en estas cuestiones de lograr el reconocimiento de un genocidio” evalúa la periodista y experta en relaciones internacionales Bianca La Greca, nieta de un Greco-otomano. “Este es un caso histórico de ataque contra el cristianismo, ya que hubo un intento de dominación e imposición del Islam. Lo que está ocurriendo en Medio Oriente hoy en día, gira en torno a ese mismo concepto. Al igual que lo hicieron con los armenios, griegos y asirios, hoy el Estado Islámico promueve el genocidio”.

Orsolina, la abuela de Bianca, no tenía permitido hablar en griego ni exhibir su cruz. Logró huir después de salir de la ciudad de Esmirna (hoy Izmir, en el extremo oeste de Turquía), desde donde partió en septiembre de 1922, durante el gran incendio de la ciudad. Decenas de miles de habitantes locales fueron asesinados o debieron huir luego que sus casas fueran incendiadas.

Todo esto ocurrió principalmente durante la época en que el ejército de Turquía derrotó a los griegos durante la guerra entre ambos países y se concretaba el proceso de independencia de Turquía. Ciudades como Gallipoli y otra en el borde del mar Egeo, eran fuertes objetivos de persecución, principalmente enfocadas en los griegos del Ponto (Oeste) y Anatolia (al sur).

A diferencia del caso de los armenios, todo este doloroso proceso sufrido por los griegos y asirios no es reconocido como genocidio por muchos de los países que son actores principales de la política internacional, lo que despierta gran preocupación entre los descendientes de las víctimas.

“Cuando un episodio como éste no es clasificado como genocidio, por lo general vuelve a ocurrir. La limpieza étnica es una práctica que se ha vuelto a repetir a lo largo de la historia, como en el caso de Bosnia y Ruanda. El profesor Lou Ureneck, de la Universidad de Boston, escribió todo un libro sobre el tema. El título muestra claramente lo que ocurrió: “El genocidio olvidado” explica Bianca. “Israel, por ejemplo, no lo reconoce. Pese a ser un importante aliado de los Estados Unidos, tiene miedo de lograr que Turquía se enfurezca. Pero bueno, los alemanes nunca negaron lo que hicieron durante el Holocausto, se disculparon y terminaron indemnizando a las víctimas”.

El próximo paso para avanzar en esta discusión consiste en conseguir el reconocimiento de que hubo un genocidio por parte de aquellos países que son democracias cristianas, tales como Chile y Alemania. Según nos explica Bianca, la oficina de Michelle Bachelet ya ha aceptado tratar el tema en los próximos meses, y México parece comenzar a tomar medidas en breve.

* Columna de Breno Salvador para O Globo.

Traducción al español de HACER.

Fuente: O Globo (Brasil)