El que encabeza este artículo es el título, pero el subtítulo, “los errores del socialismo”, sirvió para que F. A. Hayek desenmascarara una de las formas de opresión más sangrientas, más inhumanas, más destructivas, que la humanidad ha experimentado: el socialismo.

Crítico severo del socialismo en todas sus formas y disfraces, Hayek recibe el Premio Nobel de Economía 1974. De sus libros también recomiendo Camino de Servidumbre, y los debates radiales publicados en Hayek on Hayek (A Xela viajo cada semana para compartir y debatir estas ideas en la Universidad de Occidente).

Si un argumento es claro en la obra es que ha sido el “extenso orden de cooperación humana” entre individuos sujetos, no a los instintos sino a la razón, y a un set de normas abstractas, neutras, impersonales, y que persiguiendo sus objetivos logran cooperar con otros, desarrolla sus capacidades, y produce, sin quererlo y sin proponérselo, el bienestar de muchos.

En ese proceso, el individuo también toma provecho de la producción de otros, y esa “cooperación social” es la que ha dado origen al “desarrollo humano” como lo conocemos hoy, y el cual seguirá avanzando a pasos agigantados aun contra aquellos que quieren borreguizar, colectivizar y centralizar decisiones que solo los individuos podemos y debemos tomar asumiendo las consecuencias y los beneficios de ellas.

Hayek destruye sonoramente con esta obra el “racionalismo constructivista”, y su hija predilecta, “la ingeniería social” (hermana gemela del populismo, tanto de izquierda como de derecha, que tan bien conocemos en América Latina), y es ese camino que siguen con mucho éxito Röpke, Rothbard, Mises, Hazlit, y que desde Étienne de la Boétie (en Discurso de la Servidumbre Voluntaria), se ha presentado con evidencia y contundencia.

En breve, la arrogancia socialista es pretender conocer los problemas, retos e intereses que solo corresponden al plano individual, y con esa presunta omnisciencia, omnipresencia y omnipotencia, entonces “diseñar” una receta única, la cual tomada por cada individuo, solucionaría sus necesidades, lograría la utopía de la “igualdad”, y nos pondría a todos en una supuesta e igualitaria “línea basal” de desarrollo.

Esa arrogancia violenta, primero el derecho individual a procurarse uno su propio desarrollo, sin la intervención de entes “centrales”, dos, violenta la armonía que logra espontáneamente la cooperación social, ya que el “centro” tiende a imponer por la fuerza lo que no puede por la razón, y de ahí que el socialismo sea uno de los causantes de más muerte y destrucción en la historia de la humanidad, tres, anula la innovación ya que todo acto innovador es individual y el “centro de poder” lo ve como un atentado contra el poder mismo, cuatro, elimina la propiedad privada porque la ve también como la mayor amenaza a la supuesta “inteligencia” de los poderosos, cinco, tiende a querer “dirigir” el mercado y el comercio y con lo cual solo logra disrupción destructiva en las vidas y en la búsqueda individual de los intereses de cada persona. Y podría seguir.

Pregunta Hayek: “¿No habrá sido el socialismo un error?”. Sí, sí es un error.

Fuente: Centro de Estudios Económico – Sociales (Guatemala)