¿Cree usted en la Llorona o en el Cadejo? ¿Cuántos chapines creen en estas figuras centrales de las leyendas de Guatemala? Muchos afirman haberlos visto y otros perjuran que han oído sus tenebrosos lamentos y aullidos. Sus historias causan miedo y les roban el sueño a los niños. Tales cuentos siempre me han divertido mucho, pero no creo que existan ni hayan existido nunca estos seres imaginarios. Si la Llorona y el Cadejo deambularan por las calles de Guatemala, los medios sociales y la prensa habrían publicado ya múltiples fotografías y videos, demostrando la existencia de los mismos. Así y todo, la creencia popular sigue en pie y alborotando la imaginación de muchos chapines.
Dejemos las calles por un momento y observemos el cielo por la noche. Nuestra imaginación vuela más rápida sobre las nubes que sobre las calles. Apuesto a que un número mayor de chapines creen en los ovnis que en los personajes de nuestras leyendas. Pero yo tampoco creo en los ovnis. Las fotografías y videos de supuestos ovnis son fotocomposiciones o bien imágenes de fenómenos sujetos a una explicación lógica y científica. ¿Por qué sostenemos creencias contrarias a los dictámenes del sentido común y de la ciencia?
La mente humana es una máquina de creencias. Durante milenios, nuestra mente evolucionó en la sabana de África, para reaccionar de manera rápida e instintiva ante cualquier amenaza. Una tribu ancestral observa un movimiento extraño detrás de los arbustos y emprende la huida, temiendo que un león hambriento la esté acechando. Quizás haya sido el viento el que ha movido los arbustos, pero a la tribu le conviene creer que se trata de un león y no de otra cosa. El costo de la creencia errónea es mínimo –una carrerita–, mientras la amenaza de los predadores es muy real y costosa –perder la vida–. Nuestra mente evolucionó para creer y sobrevivir.
¿Cómo combatir nuestros instintos y predisposiciones a creer lo que no existe? Con una buena dosis de escepticismo y confianza en nuestro sentido común. Las explicaciones más sencillas e intuitivas suelen ser las más cercanas a la realidad.
Fuente: Centro de Estudios Económico – Sociales (Guatemala)
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