“Pequeña crónica de grandes días” se tituló el libro que a comienzos de los años 90 publicó el escritor mexicano Octavio Paz. Lo hizo por “fidelidad a mí mismo”, señala en el “apunte justificativo” con que se inicia el texto en el que reflexiona sobre el momento histórico que vivía, ese recuerdo imborrable para quienes pudimos ver el acontecimiento por televisión: la caída del Muro de Berlín y el consiguiente derrumbe de las ideologías totalitarias.

Hace 25 años, el denominado “corto siglo  XX”, ese de las ideologías y que se inició para algunos con el triunfo de la revolución rusa en 1917 y para otros —como el mismo Paz— en 1914 con el estallido de la Primera Guerra Mundial y el consiguiente inicio de una era de enfrentamiento y violencia, que concluía con el triunfo de la libertad.

En Chile, también se escribía una crónica de grandes días. La dictadura daba paso a la democracia, en tanto que la economía de mercado ya daba sus buenos resultados, y a medida que avanzó la década, la convivencia de democracia y mercado —libertad política y libertad económica— le permitió al país posicionarse como un referente de progreso. Otro triunfo de la libertad.

A diferencia de lo ocurrido en Alemania, cuyo derrumbe fue repentino, en Chile esta “revolución de las libertades” se venía construyendo y pudo avanzar fruto del consenso trabajado y profundizado durante la transición. Ciertamente, a nadie dejaba —y seguramente deja— plenamente satisfecho, pero ¿es que acaso la política ha de ser un juego suma cero? Creo que no. Sabemos que la lógica aliado/enemigo por lo general termina mal y que las consignas del estilo “estás conmigo o contra mi” tienen un final poco feliz; de ahí que era necesario trabajar en conjunto. Un relato, si se quiere, en donde el país lo construimos todos y nadie sobraba. Perfectible, ciertamente, pero nadie dudaba que avanzábamos.

¿Podemos decir lo mismo hoy? Más allá de la postura de cada cual, no hay duda que el sólo poder enunciar la pregunta implica la duda. Por estos días, se esta escribiendo una nueva pequeña crónica de grandes días, qué duda cabe. Basta mirar los noticiarios y seguir el debate público. La discusión en torno a las ideas se ha vuelto un tema recurrente, los foros universitarios y los “cursos de formación” son demandados por jóvenes a quienes nadie les diría —como en el pasado— que “no están ni ahí”.

Pero, ¿será igual que hace 25 años, donde triunfe el relato de la profundización de las libertades? La ruptura del consenso, la crispación del ambiente, la actitud beligerante —a veces soberbia—, una tecnocracia empapada de discurso sub 40 y carente de cultura, ¿a dónde nos puede llevar?

No puedo dejar de pensar en aquella frase de Edmund Burke quien afirmó: “La sociedad humana constituye una asociación de las ciencias, las artes, las virtudes y las perfecciones. Como los fines de la misma no pueden ser alcanzados en muchas generaciones, en esta asociación participan no sólo los vivos, sino los que están muertos y los que están por nacer”.

Paz escribió en el libro citado: “la historia es lenta”, pero también es “el campo de juego de la Fortuna”.

Hoy, se está escribiendo una nueva crónica, distinta, pero a diferencia del pasado podemos prever cuál es el camino correcto, este relato: depende de nosotros.

Fuente: Chileb (Chile)