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Book Review: “Muchas cosas que contar” de Plinio Apuleyo Mendoza – por José Antonio Sánchez

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El escritor habla de Gaitán, sus relaciones con el poder y su visión de la izquierda.

Muchos pensarán que Plinio Apuleyo Mendoza es un hombre de carácter recio y de escritos controvertidos… Y tienen razón. En sus 80 años de vida, le ha gustado decirle al pan, pan y al vino, vino, pero en su libro ‘Muchas cosas que contar’ muestra otras facetas: sus recuerdos de Jorge Eliécer Gaitán, sus relaciones con el poder y su visión de la izquierda, en la que en algún momento creyó.

¿Cuál es la intención de este libro?

Como escritor, es recuperar experiencias vividas. Son como trozos de una memoria que uno podría escribir, porque se tienen momentos de la vida, personajes, lugares, y cuando uno ya entra en la última edad, porque en mi caso no puedo hablar de tercera porque es casi la cuarta, entonces se siente esa necesidad de que las cosas no se pierdan, no desaparezcan. Mario Vargas Llosa siempre ha dicho que toda novela es un striptease al revés, es decir, que la ficción cubre con toda clase de ropas la desnudez de lo vivido, pero en este caso es la desnudez de lo vivido, antes de que se pierda.

¿Es una especie de despedida?

Casi todo libro que pretenda recobrar experiencias vividas se puede interpretar como una despedida, claro que sí. Sobre todo, uno entra en una edad en la que fatalmente no pierde el sentido de la despedida de muchas cosas. Además, cuando uno comienza a ver que amigos muy cercanos caen por aquí, caen por allá, se recuerdan las inquietudes que encontraban los mayores, los abuelos, que miraban lo que habían dejado atrás porque ya no veían nada por delante.

¿Está pensando en escribir otro libro?

Sí, me gustaría hacer unas memorias, pero nada autobiográfico. Yo le reproché mucho a Gabo (Gabriel García Márquez) que su libro de memorias se convirtió en una autobiografía. Se me ocurre hacer una pintura de cómo era Colombia antes del 9 de abril. Tengo muchas vivencias, como cuando vivía con mis tías. Mi madre murió cuando yo tenía 5 años. Mis tías no hacían sino recordar a Toca, su pueblo, y siempre hablaban de horrores. Un día me dijeron: ‘¿Sabes lo que le pasó a fulano? ¡No lo vas a creer!’. Y miraban a todos lados como si fuera una cosa misteriosa. ‘¿Qué?’, les pregunté. Y me respondieron: ‘¡Un hijo le salió godo!’. Ese mundo hay que saberlo pintar.

¿A qué atribuye que el destino se haya empeñado en ponerlo ante personajes y hechos históricos?

No sé, no sé cómo. Sí, he tenido una vida muy curiosa, porque he conocido a muchos personajes. Hasta François Mitterrand fue vecino mío. También ha ocurrido que terminé enterrando a Pablo Neruda. Una vez escribí una nota sobre el viaje de Jorge Eliécer Gaitán a Boyacá y él la había leído en una revista que se llamaba Reconquista, y cuando salía del Congreso me ve y se quita el sombrero y, con ese acento suyo que nunca he olvidado, me dice: ‘Te agradezco y te felicito’.

Es un momento que a usted lo impactó mucho, tanto que lo menciona tres veces en su libro. ¿Cómo explicar esos recorridos ideológicos: gaitanista, izquierdista iluso, liberal?

Es un paseo ideológico dictado por… Es el encuentro de los sueños, uno es muy tributario de los sueños cuando es joven: de las cosas utópicas, siempre piensas en la sociedad sin clases, etcétera. Después, la realidad destruye los sueños. La Revolución Cubana me pareció extraordinaria, después empieza uno a ver cómo se va desbaratando eso, los exiliados… La realidad transforma y destruye ese sueño ideal. Uno tiene que ser fiel a la realidad.

¿Cómo ve usted el choque de ideologías: igualdad vs. libertad, capitalismo vs. socialismo, izquierda vs. derecha, extrema izquierda vs. extrema derecha…?

Jean François Revel, amigo mío, dijo que hay que desconfiar profundamente de la ideología, porque es una construcción teórica que solamente admite lo que la confirma y rechaza lo que la niega. De modo que yo soy liberal porque, simplemente, veo la realidad de las cosas, cómo combatir la pobreza…

¿En qué momento decidió dejar la izquierda?

Eso fue gradual. La primera cosa que se derrumbó para mí fue el mundo comunista, pero yo creía mucho en ese mundo comunista cuando América Latina estaba repleta de dictadores. En un viaje a Alemania Oriental, con Gabo, me dijo que había soñado que el comunismo no funcionaba, y se confirmó, porque en ese país conocimos la realidad. El propio Luis Villar, que era comunista, nos explicó muchísimo, pero al final, para hacernos una síntesis de lo que nos había expuesto, nos dijo que eso era una verdadera mierda. Y uno mira la situación de Venezuela y se da cuenta de que la ideología sigue siendo una fábula.

¿Le ve solución al problema de violencia que ha cargado Colombia durante tanto tiempo?

No, soy muy pesimista. Primero, por la corrupción. El mundo político no se mueve sino por interés. Se mueve a la sombra del poder. El partido de ‘la U’ es uribista si Uribe está de presidente y es santista si Santos está de presidente. La corrupción es escandalosa y luego la inseguridad otra vez hace su aparición; el Ejército está muy golpeado, desmoralizado, y ya prefieren no combatir. Veo al país con mucha inquietud, pero no me gusta salir a culpar, no hay que entrar en esas polarizaciones…

A usted le gusta asumir posiciones que polarizan, como cuando escribió un artículo defendiendo a políticos acusados de ‘parapolítica’…

Sigo sosteniendo que hay una cantidad de gente inocente. Aquí nadie estudia, hay una falla tremenda. La justicia está muy sesgada, politizada y distorsionada. Existe el comercio de falsos testigos y hay acusaciones sin fundamento que son tomadas por fiscales y jueces y nadie estudia eso.

¿Por qué hay que leer su libro?

¡Ay, yo no sé!

¿Pero si no sabe usted?

Yo no me voy a poner a hacer recomendaciones sobre mi libro. Yo escribí ese libro y espero a ver qué pasa. Hasta ahora, las opiniones han sido buenas. La más sorprendente fue la de un señor en la Feria del Libro que me dijo: ‘Muy bueno su libro’. Y le pregunté: ‘Pero ¿cómo sabe, si el libro no ha salido?’. Y el señor me insistió: ‘Es que yo lo he leído’. Yo, extrañado, le volví a preguntar: ‘¿Cómo lo ha leído si no ha salido?’. Y, finalmente, me dijo: ‘Es que yo fui su corrector de estilo’ (risas).

Formación de periodistas

Mendoza mantiene su crítica a las facultades

Hace 20 o 30 años armó una polémica al decir que las facultades de comunicación no formaban bien a los periodistas. ¿Mantiene esa idea?

En parte mantengo esa idea, desgraciadamente. Es una realidad. Eso me surgió hace 30 años cuando fundamos ‘Semana’ otra vez con Felipe López y me llegaron muchachos con diplomas. Yo les pedí temas y cuando empecé a mirar, me traían cosas mal encabezadas, mal tituladas, mal llevadas adelante… No logré contratar a ninguno.

Sobre Plinio Apuleyo Mendoza

Periodista y escritor tunjano, 1932. Escribió el libro de relatos ‘El desertor’ y las novelas ‘Años de Fuga’ y ‘Entre dos aguas’.

Fuente: El Tiempo (Colombia)

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