¿Existe algo que tenga el color y la viscosidad como el petróleo? Sí, la conciencia de Fernando Cordero Cueva, actual Presidente de la Asamblea (Congreso) en el Ecuador, quien aparece y desaparece del escenario político nacional en forma repentina y durante momentos críticos. Ya se hicieron ostensibles sus cortas ausencias en tiempo de sesiones turbulentas, más el cargo es cubierto por Rolindo, uno de sus más íntimos camaradas, quien tiene ganas no así la  capacidad mental para cumplir ejercicios “non sanctos”, pero de todas maneras el espacio queda en sus manos porque recibe la bendición del economista Rafael Correa, comandante en jefe de la impostora “revolución ciudadana”. Pues, resulta que el inefable “Corcho”, se desplazó en la segunda semana del presente mes a Washington, capital de los “gringos”, para ejecutar el oficio de tapón sobre las atrocidades de su pernicioso gobierno, visitando la sede de la OEA donde José Miguel Insulza es Secretario General del organismo regional, quien está dotado con la habilidad suficiente para entrevistarse con Dios o con el diablo.

La exposición de Cordero podría ser un himno a la socarronería, de no ser porque Insulza identifica a individuos de esa ralea, reconocidos por sus farisaicos argumentos. El famoso “Corcho” no tuvo empacho en mencionar que los “avances” en la institucionalidad ecuatoriana se deben a la denominada Constitución de Montecristi, un mamotreto jurídico que si regresase a la vida Karl Loewenstein, padre del constitucionalismo moderno”, exigiría su retorno inmediato al sepulcro, por cuanto no podría soportar que un español como Roberto Viciano y su equipo, obedeciendo instrucciones de Hugo Chávez, hayan formulado una carta suprema tan imperfecta, ridícula, extravagante, confusa y mañosa.

En la mencionada entrevista, Cordero no podía soslayar la mención a las leyes aprobadas por una Asamblea sometida a los caprichos de un déspota. Lo que no habló fue que las leyes referentes al uso del agua, de la educación, de la comunicación no han sido aprobadas, porque el pueblo ya despertó de su letargo y las organizaciones sociales reclaman airadamente en todo el territorio nacional por estar claro que los “socialistas del siglo XXI” si ya consiguieron con engaños una Constitución, que es el esqueleto del cuerpo social, no se les puede permitir que le añadan los músculos, que son las leyes pretendidas, ya que de estar completo el cuerpo jurídico tan solo estaríamos dando forma al totalitarismo, que únicamente serviría para destruir los nimios espacios democráticos que con hidalguía están defendiendo en las calles y carreteras los indígenas, los estudiantes, los profesores, los periodistas y todos los sectores sociales que han comprendido y rechazan los intentos autocráticos de un improvisado que tiene como modelos de gobernanza a Fidel Castro y a Hugo Chávez.

Fuente: HACER