En estas elecciones México tienen básicamente que elegir entre dos sopas. La de Ricardo Anaya, una sopa de continuidad que apuesta por consolidar la modernización de los últimos 30 años. Y la de Andrés Manuel López Obrador, una sopa ya echada a perder: el retroceso y el autoritarismo.
Este es un mensaje para todos los simpatizantes de José Antonio Meade, de Margarita Zavala, del bronco y para quienes no encuentran satisfactorio a ningún candidato. Es hora de tomar una decisión.
Éste no es el escenario ideal de casi nadie, pero llegamos al último mes de las campañas y sólo hay dos opciones reales para ganar la presidencia la República: Andrés Manuel López Obrador y Ricardo Anaya Cortés. Todos los demás podrán ser finísimas personas, eficientes funcionarios e interesantes figuras televisivas, pero no van a ser presidentes.
En este momento tenemos básicamente dos sopas
La de Ricardo Anaya es una sopa de continuidad, con algunos aderezos reformistas interesantes y otros preocupantes, pero que en términos generales apuesta por consolidar la modernización que se ha trabajado en los últimos 30 años, que le ha permitido a México no sólo dejar atrás las catastróficas crisis económicas que marcaron la vida de nuestro país hasta 1994 y construyeron contrapesos para contener la voracidad de la clase política, exhibir a los corruptos e incluso ocasionalmente encarcelarlos.
La otra sopa, la del peje tenebroso, es una sopa ya echada a perder. Es algo peor que la continuidad, es el retroceso. Andrés Manuel nos quiere regresar a los tiempos del viejo PRI, populachero, demagogo, autoritario e ineficiente. Nos vende la visión idílica de un pasado que no fue sueño, sino pesadilla para millones de mexicanos, especialmente de los sectores medios y de las clases populares.
Para decirlo claro, los únicos que engordan con la sopa de obrador son los viejos políticos y los viejos empresarios acostumbrados a usar el manto del nacionalismo como pretexto para evitar la competencia, hacer chanchullos y vendernos productos caros y de pésima calidad.
Hoy mucha gente dice que el gobierno actual es más corrupto que nunca, pero no es cierto. Lo que pasa es que, gracias a los mecanismos de fiscalización, al respeto a la libertad de prensa y a las reformas en materia de transparencia, ahora sí nos enteramos de las transas de los gobernantes.Antes robaban mucho más, pero nunca se Investigaba y ni siquiera se denunciaba en la prensa, porque el gobierno ejercía la censura a través de los matones de la DFS y del control monopólico de la industria del papel.
En el México del tenebroso peje a quien denunciaba la corrupción, o le provocaban una huelga para cerrarle el periódico, o le impedían conseguir papel para imprimir o de plano directamente lo mataban.
Hoy, por el contrario, la prensa puede denunciar todo lo que quiera sobre Peña Nieto y mantienen su vida, su prestigio, sus ganancias y sus medios de comunicación.
Es cierto que la actividad del narcotráfico y la torpeza del gobierno federal en la “lucha contra las drogas” ha provocado un incremento de la violencia, pero aun así el número de homicidios simplemente regresó que a la que existía en los noventas y ochentas. Es decir, en ese pasado idílico al que nos quiere regresar Obrador, México era tan violento o incluso más que ahora, la diferencia es que no se publicitaba tanto, y la supuesta “solución” de Andrés Manuel no es tal: su amnistía empeoraría las cosas y fortalecería a los criminales para consolidar su control del país.
No nos engañemos, en esta elección está en riesgo mucho más que un color o un personaje, está en riesgo todo lo que dolorosa, lenta e incompletamente hemos avanzado durante las últimas décadas. Es cierto que la obra está inconclusa y en algunas partes está mal hecha, pero la solución no es tirarlo todo, como pretende Obrador, sino seguir construyendo y corrigiendo errores.
Como decía Winston Churchill no podemos ser imparciales, por ejemplo, entre los bomberos y el incendio. El incendio es el tenebroso peje. El bombero, el único que puede detenerlo, es Ricardo Anaya.
Por eso hoy te pido tu voto útil, tu voto indispensable para tener al menos la esperanza de detener al tenebroso peje y de evitar que sus ocurrencias y su autoritarismo nos regresen a los tiempos del viejo presidente omnipotente, a los viejos rencores del discurso revolucionario y a los viejos fracasos autoritarios del viejo PRI, que ahora se llama Morena.
En pocas palabras: No te pido tu voto útil por Anaya, sino tu voto útil a pesar de Anaya
Sé que no confías en Ricardo, y para ser sincero a veces yo tampoco.
A mí, como a ti, el mensaje del candidato del frente me parece poco sincero. Al igual que a ti, a mí no me acaban de cuadrar sus explicaciones sobre el presunto lavado de dinero, a mí como a ti, no se me olvida la forma en que impulsó e impuso sus ambiciones presidenciales.
No te digo que votes por Anaya porque es honesto, porque tiene las mejores propuestas o porque es buena persona. De su honestidad tengo dudas, sus propuestas se dividen entre horrendas y positivas, y sinceramente no se si sea una buena persona. Quizá no le confiaría a Anaya mi amistad o mi casa, pero te suplico que votes por él, y que lo apoyemos juntos en este mes de campaña.
¿Por qué?
Porque Ricardo tiene miles de defectos, pero Obrador los tiene peor. El tenebroso peje se dice honesto, pero durante años no declaró ingresos y su nivel de gastos es notoriamente superior a lo que dice que gana, así que además de corrupto es mentiroso. Las propuestas de Obrador son todas horrendas, se dividen entre las que son horrendas y fantasiosas y las que resultan horrendas y retrógradas.
Andrés Manuel quiere eliminar los contrapesos a la figura presidencial, quiere fiscal a su modo, quiere someter los grandes proyectos del país a su capricho, quiere revertir los avances jurídicos de los últimos 30 años, quiere regresarle el poder a las mafias petroleras, quiere justificar a los ladrones y utilizarlos como grupos políticos de choque. Él y su equipo lo han afirmado incluso de manera directa, quieren convertir a México en una nueva Venezuela, y serían peor, porque aquí ya ni siquiera tenemos las cantidades de petróleo que lograron mantener a flote al chavismo durante sus primeros años.
¿Y entonces?
Este 1 de julio debemos elegir entre los bomberos y el incendio.
Ricardo puede tener 10 mil defectos, podemos cuestionar la forma en que consiguió el agua, la manguera y el camión, podemos verlo con desconfianza, pero aun así Anaya es el bombero, y siempre será preferible pasar los siguientes seis años cuestionando a ese bombero, en lugar pasarlos bajo el permanente dolor de las llamas de la demagogia y del populismo del tenebroso peje.
En 1998, el economista Henrique Salas Römer se enfrentó en las elecciones presidenciales con Hugo Chávez, y Chávez ganó de calle. Hoy, 20 años después, millones de venezolanos que se abstuvieron de votar o que votaron con el hígado y no con la cabeza, darían todo lo que les queda a cambio de regresar a esa urna fatídica y darle su voto a Salas Römer, a pesar de todos sus defectos.
Este mes y este 1 de julio esa misma decisión nos toca a nosotros.
Anaya no es lo ideal, no es para celebrar, pero sí es para sobrevivir y tener otros 6 años en los cuales consolidar la transformación de este país, y aspirar a tener mejores opciones en 2024. Obrador, el tenebroso peje, es básicamente el retroceso, el fracaso, el incendio.
*Gerardo Garibay Camarena es editor de Wellington.mx, columnista en diversos medios digitales y autor de los libros “Sin Medias Tintas” y “López, Carter, Reagan”.
Fuente: Wellington (México)
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