Estatua de bronce del General Jose Gervasio Artigas en Washington, DC.

El 14 de julio se conmemora la toma de la Bastilla que da inicio en 1789 a la Revolución Francesa. Durante muchas décadas fue una fecha relevante para el Uruguay. Este año se trata de un 14 de julio especial porque estamos en pleno Bicentenario de la gesta artiguista y en ese proceso histórico, la impronta de esa revolución en nuestro rincón del continente, fue grande.

La Revolución Francesa fue determinante por el tremendo episodio que en 1793 terminó con la vida del Luis XVI. En efecto, es en Francia y en ese año que se plantea con toda su gravedad la necesidad de constituir un nuevo ordenamiento y de asentar las bases de legitimidad de un nuevo régimen.

Muerto el rey por la Revolución, la única fuente posible de legitimidad era la que reemplazaba la soberanía del monarca, ya inexistente, por la soberanía nacional a construir. Para legitimar el poder, no quedaba más camino que apelar a la moderna soberanía de la nación en tanto conjunción libre de individuos.

En 1810, toda América hispánica vivió una situación similar y tan grave como aquella francesa: la prisión de Fernando VII por parte de Napoleón generó la misma acefalía del poder que la decapitación del Rey en París. Conjugar la libertad a la francesa implicaba admitir una libertad nueva y abstracta en la que el hombre debía pasar a concebirse ante todo como individuo y ciudadano. La nación debía entenderse como un pacto voluntario entre los hombres en la que no caben los estatutos y estamentos particulares: una nación, una e indivisible, formada por una unión voluntaria de individuos autónomos e iguales. En esta visión, la libertad política consiste en que una nación solo está sujeta a las leyes que ella misma se autorreconoce. Es a partir de esta definición de la nación soberana que las distintas sociedades en América podían ser libres de darse nuevas leyes generales (constituciones). Eran leyes que no provenían de la restauración de las leyes fundamentales de la tradición, sino que abrían la posibilidad de un nuevo pacto social, capaz de crear, de la nada, un hombre nuevo y una sociedad nueva. Es a partir de allí, junto a la influencia proveniente de las ideas anglosajonas y la precedente revolución norteamericana, que se asientan las repúblicas nuevas del continente, instauradas desde la lógica de la modernidad. Así, la identidad del proceso artiguista con la Revolución Francesa es amplia y sustancial en estos principios que fundan el sistema político moderno. En particular, todo el proceso en la Banda Oriental que desemboca en las Instrucciones de Año 1813 está marcado por este signo político: la nación ha de ser una e indivisible y en ella ha de radicar la soberanía; sus componentes elementales son los individuos, unidos por una asociación voluntaria; la ley es la expresión de la voluntad general.

En fecha tan particular, no se trata solamente de recordar la Historia. El Bicentenario de la gesta artiguista también nos impone entender la relevancia que ya tenía en los tiempos de la Patria Vieja el concepto de la soberanía del pueblo para la conformación de nuestra identidad nacional.

Porque es en la modernidad artiguista que funda la nación sobre bases individualistas donde reposa toda nuestra lógica colectiva que hace del respeto de la voluntad soberana un imperativo nacional. Es aquí, claramente, que se asienta nuestra excepcionalidad continental como nación: en la concepción política de nuestro querer vivir juntos, de base artiguista y moderna. Hoy más que nunca, cuando se multiplican visiones y actitudes políticas que ponen en tela de juicio este fundamento histórico nacional, que relativizan lo que el pueblo vota, buscando reinterpretarlo o enmendarle la plana, se hace necesario recordar estas sólidas bases artiguistas de nuestro sentido democrático de gobierno. Porque, evidentemente y a pesar de las unanimidades conmemorativas, son valores que no todos los partidos conjugan.

Nuestra identidad nacional es desde la primera hora, sustancialmente republicana. A dos siglos de la gesta artiguista, en fecha histórica tan relevante para todo Occidente como la de hoy, importa recordarlo.

Fuente: El Pais (Uruguay)