Los efectos económicos de las políticas propuestas por Ollanta Humala, son los mismos que durante la dictadura de Velasco llevaron al pais hacia un verdadero desastre. El Perú no volvió a ser una plaza atractiva de inversión sino después de 40 años.

El plan de Gana Perú se llama “La Gran Transformación”. Busca, en efecto, un cambio radical de la organización gubernamental. Lo que propone Gana Perú no es un plan de gobierno, sino un plan para cambiar el orden constitucional a través de un proceso electoral.

En mi opinión ese cambio no es bueno y producirá un retroceso en la formación incipiente de los mercados nacionales. Ese retroceso en el aspecto económico va a llevar a un retroceso en la formación incipiente de nuestras instituciones democráticas.
Es tan grande la aspiración de cambio que el plan exige un cambio de Constitución. Se propone “Transformar el Estado con una nueva Constitución para hacerlo descentralizado y participativo” (p. 7), sino un plan para cambiar el orden constitucional, a través de una elección presidencial.

Más tarde o más temprano las políticas propuestas llevarán a plantear este cambio. Un cambio de una Constitución por otra es lo menos democrático que puede haber. Lo hicieron Morales Bermúdez el 78 y Fujimori el 93.

El plan apunta a transformar la economía. Esto, dice, “no se puede hacer en el marco de la Constitución actual”. Gana Perú advierte: nuestro plan solo se logra con “un nuevo contrato social, una nueva Constitución” (p. 63).

El plan plantea aumentar la demanda para desarrollar los mercados. Esto se haría a través de la intervención del Estado. Se consideran herramientas para ello: el endeudamiento público, el gasto público corriente y el control del flujo internacional de capitales (p. 62).

Una de las metas es aumentar la liquidez del mercado de capitales (p. 76). Se plantea la nacionalización de las actividades llamadas estratégicas. Se revisará los contratos del gas, del petróleo; se creará la Empresa de Telecomunicaciones del Estado, una línea de bandera y la Empresa Nacional de Ferrocarriles.

La experiencia peruana con este tipo de políticas es muy clara: llevan al desorden fiscal, al socavamiento del ahorro, a la retracción de la inversión, nacional y extranjera.

Los efectos económicos de este tipo de políticas durante la dictadura de Velasco llevaron a un verdadero desastre. El Perú no volvió a ser una plaza atractiva de inversión sino después de 40 años.

Un retorno al Estado intervencionista ahuyentará la inversión internacional por 30 o 40 años. Las dificultades en ese caso nos llevarán, de nuevo, al quiebre de las instituciones democráticas.

Puedo equivocarme y, en caso gane Ollanta Humala, ojalá me equivoque. La historia, sin embargo, no tiene por qué ser diferente.
El orden económico actual no es bueno. No quiere decir ello, no obstante, que cualquier cambio es mejor. No lo es el de Humala, por lo pronto.

Fuente: La Republica (Peru)