Desde semanas atrás, todas las mañanas, religiosamente, el presidente Rafael Correa “comparte pantalla” con Jorge Ortiz, en Hora 7, de Teleamazonas. Son tres cortes diarios con largos testimonios de los beneficiarios de la “revolución en marcha” y, al menos dos veces por semana, espacios de casi 10 minutos donde se replica, acusa o denuncia a todo aquel que discrepe con el oficialismo.

¿Se imaginan al Gobierno de Alianza País “auspiciando” un programa de noticias y entrevistas conducido por un periodista al que el presidente injuria cada vez que puede y a un canal al que tanta ojeriza ha demostrado tener?

La consigna oficialista es restar credibilidad al espacio interfiriendo con propaganda efectivista para contradecir lo reportado por los periodistas y las declaraciones de los invitados. Pero el objetivo supremo de los publicistas de Carondelet es que sea el gobernante el que tenga la última palabra, incluso en estos espacios, ya que no les sería suficiente controlar tres canales de TV, un sinnúmero de radios en todo el territorio y un diario financiado con la plata del pueblo, más las dos horas del monólogo sabatino.

La obsesión del correismo es la propaganda.

En la transmisión de los partidos de la Tri por las Eliminatorias al Mundial Sudáfrica 2010, Rafael Correa apareció en la pantalla tantas veces como cualquiera de los protagonistas de la cancha. Eso sí, en el juego propagandístico, él compite solo. Sin elecciones a la vista, los ecuatorianos asumieron que la campaña política había terminado, excepto los publicistas de Carondelet, convencidos de que “gobernar es permanecer en campaña”.

La maquinaria propagandística no se detiene. Minuto a minuto, fabrican opiniones y consignas usando a la gente más humilde, a la que presentan como adherente al totalitario proyecto político; mientras, en paralalelo, demuelen toda opinión discrepante, para lo cual no les importa desacreditar al adversario.

Eso sí, talento no les falta. Maestros en el fingimiento, muestran la realidad conforme les resulta provechosa, acuñando frases que “pegan” en la gente. “Por fin, el dinero no hace la diferencia”, repite cada mañana una hermosa viejecita que descubre que puede hacerse una tomografía en en un centro de salud público. “Por fin, el dinero no hace la diferencia”, dice un padre que lleva a su hijo a una escuela del Milenio. Si no hace la diferencia, ¿por qué unos pueden operarse fuera del país, con los mejores especialistas si, además aquí habría ya medicina para todos? Los centros de salud de las propagandas son solo para los pobres? ¿No confían en nuestros médicos? Y si el dinero no hace la diferencia ¿por qué muchos se mudan a Samborondón, sector “pelucón” según la doctrina Correa, dejando sus antiguos barrios? Todo es una gran manipulación, la fallida revolución ciudadana propaga falsos paradigmas y      pretende que nadie se entere, por eso se entromente en los espacios noticiosos libres.

En la época de Carlos Vera, a Ecuavisa no iban los ministros para boicotear Contaco Directo. Con ese mismo fin, hoy Correa asoma a diario en Hora Siete de Teleamazonas.

Fuente: Diario Hoy