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Bolivia

Bolivia: El arte de hacer la paz – por Centa Reck

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Vivir en paz es lo que siempre hemos querido los cruceños, porque somos un pueblo pacífico, de caminos llanos y sin escombros ni trampas subterráneas, con espíritu constructivo, hacedores y abiertos al futuro. No debemos confundir los laberínticos escenarios y menos los contextos que nos han armado y desde los que hemos tenido que escribir nuestra historia convulsionada pero llena de voluntad de volver a dar la mano, de tender puentes que derriben las adversidades y que den fin a las crueles persecuciones que hemos tenido que enfrentar.

Cuando el Presidente Morales enumeró en su reciente discurso todos los motivos que tiene para quejarse de los 500 años, sin ánimo de revolver las muertes y dolorosos sucesos que nos han legado a los cruceños los poderes y los poderosos desde la fundación de Bolivia, se hace necesario recordar brevemente las 4 invasiones sufridas, a saber: 1877 Hilarión Daza envía al general Villegas al mando de 500 soldados a reducir el levantamiento de Andrés Ibañez quien fue fusilado por proclamar el federalismo contra el presidencialismo empobrecedor, clasista y centralista que tanto ha dañado a Bolivia. Después marcó la hora represiva Aniceto Arce, quien mandó tropas el año 1891 para sofocar la revolución de los Domingos bajo la bandera federalista en repudio al presidencialismo secante. Luego vino el turno del presidente Bautista Saavedra que gobernó entre 1921 y 1925 y envió al militar Hans Kunt al mando de tropas bajo la orden de reducir a los “separatistas” que desde Santa Cruz pedían la construcción de un ferrocarril a Cochabamba. Y más tarde fue Hernán Siles Suazo quién invadió Santa Cruz por dos veces para escamotear las demandas de las regalías del 11%, motivo por el cual enviaron hordas alcoholizadas que invadieron nuestro pueblo y martirizaron cruceños, violaron mujeres e hicieron mil y un desmanes, episodio seguido de un largo periodo de represión al mando de hordas milicianas y de control político.

Cabe también recordar que a todas las olas de violencia Santa Cruz respondió con amnistía, sin rencores, con progreso, crecimiento, puertas abiertas a la migración, emprendimientos visionarios, modernización y tecnificación de la agropecuaria y la agroindustria, visión moderna, global e incluyente no sólo en la producción y la economía sino en la construcción de vínculos y relaciones intercurturales. Todo este empuje nos ha legado los cimientos de una cultura que va teniendo profundas raíces de pujanza, visión progresista y abierta a la construcción de un mundo con vocación de labrar un futuro esperanzador. Santa Cruz resume en sí misma las huellas de su pasado, las ansias por labrarse un mañana y la vitalidad y los bríos por gozar de la vida en los caminos de la euforia, de los ánimos siempre renovados que tienen los pueblos jóvenes.

Este 6 de agosto de 2010 el presidente Morales después de la gran embestida que su gobierno ha dado a los cruceños, con persecuciones que sólo se han concentrado en la región del Oriente boliviano y sobre personas de los llanos orientales, ha dado finalmente un mensaje (el primero de su gestión) en el que plantea la concordia y el reinicio de un ciclo de paz entre bolivianos.

Es bueno decirle que los cruceños siempre hemos estado dispuestos a reinventar la paz, aún en los momentos más difíciles y de mayor virulencia de las persecuciones que se han estado dando en el momento presente, pero nunca hemos recibido señales claras de que esta sería la intención del gobierno actual que ha puesto sobre nuestra tierra los calificativos de suelo de terratenientes, oligarcas, terroristas, separatistas, entre otros, con los que se ha procedido a estigmatizar a una población que iba próspera y confiada en pos de días mejores.

Pero el mensaje emitido por el presidente es todavía sólo un discurso, un enunciado de posibles propósitos, una puesta en escena de una promesa que sin duda nos deja la posibilidad de creer que todavía en Bolivia en posible generar fuerzas que se encuentren para generar emprendimientos, para tomar un camino que nos aleje del espíritu confrontativo y de polarización que ha marcado las políticas de cinco años de gobierno del partido del presidente Morales.

Implícitamente el Presidente aceptó los conflictos que se generaron dentro de su gobierno en su relación con Santa Cruz, mencionó así que “después de la pelea viene cariño, después del macanaku (llega) el mamaanaku”, ilustrando con vocablos en lengua quechua la situación que plantea en el presente, al tiempo de invitar a empresarios y al propio gobernador a trabajar juntos por Bolivia. Pero si vemos el escenario en el que la gestión presidencial se encuentra en el presente, podemos observar que se le han planteado graves conflictos con regiones andinas como Potosí y Oruro y que se han levantado sectores campesinos en su contra y que estos son precisamente aquellos que antes le brindaron un apoyo incondicional.

De todos modos para que la promesa se vuelva una realidad es absolutamente necesario que el presidente salga del plano puramente discursivo, pues si esta queda en discurso podremos deducir que sólo fue hecha para salvar la coyuntura presente, caracterizada por un rebrote de violencia en regiones del occidente, que están ejerciendo serias críticas a los desaciertos de las políticas gubernativas y a muchos de los ministros y funcionarios quienes están siendo sindicados de indicios de corrupción, tráfico de influencias, ineficiencia y devastadoras pugnas y purgas intestinas.

Para que la palabra del Presidente tenga un asidero y de inicio a la época de reconciliación que tanto demandamos los bolivianos, deberá dar curso a acciones concreta con las que pueda ir ganando la confianza del pueblo boliviano, de tal manera que todos puedan constatar que sus intenciones son verdades. Para dar fin a la confrontación los bolivianos necesitamos que el presidente inicie esta etapa derogando la Ley 017 que ha destituido el voto del pueblo en las urnas, Ley que ha dado paso a prácticas arbitrarias de derrocamiento de autoridades electas y de copamiento del poder a manos del MAS. Debería así mismo encarar con rapidez y eficiencia uno de los grandes males identificado como tal por el propio Presidente, hablamos del narcotráfico que sólo tendrá una solución de raíz en la medida en que se erradiquen los cultivos de coca excedentaria, pues la coca excedentaria se convierte inevitablemente en cocaína y esta da curso al narcotráfico y a todas las secuelas sociales que este deja. También se hace indispensable que se de curso a una amnistía política, deteniendo las persecuciones que por motivos políticos han procreado en el país y procediendo a realizar un juicio justo a los presos que por razones políticas están detenidos en cárceles de Bolivia. Por último, como inicio de voluntad de cambio se deberá suspender el entrenamiento militar a ciudadanos de los movimientos sociales o afines al gobierno, a quienes se los está convirtiendo en una fuerza miliciana, situación que nada tiene que ver con la paz y más bien tiene mucho que ver con la guerra y la propagación de una política que sólo puede desembocar en un incremento de la violencia.

La paz que queremos tiene que nacer de la armonía, del respeto, no de la imposición que es parte de esa práctica que se resume en una frase que nos habla de la cultura de sometimiento a la que desgraciadamente hemos estado adscriptos: “porque te quiero te aporreo”. La paz no tiene que nacer necesariamente de la violencia, más bien tiene que alejarse de la violencia y mostrar a seres superados que saben resolver sus problemas dialogando, concertando, arribando a soluciones consensuadas y dentro de un escenario en el que primen reglas democráticas… Es un largo camino, exige mucho respeto, superación de actitudes de dominio, una cultura de no violencia y por eso mismo deberíamos iniciar este proceso de manera inmediata.

Estamos dispuestos a construir este país en un clima de paz y concordia Presidente. Ahora usted tiene otra vez en sus manos la posibilidad de llevarnos a una cultura de paz o a que sigamos sujetos a prácticas que generan agresión, odio y violencia.

* Centa Reck es Senadora por Santa Cruz en Bolivia.

Fuente: Hoy Bolivia (Bolivia)

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