A escasas 48 horas para la celebración del 185 aniversario de la Independencia, la Conferencia Episcopal Boliviana advierte a los gobernantes de que el proceso de cambio, del que también ha participado la Iglesia católica, está en riesgo de fracasar por la tentación del pensamiento único, el amedrentamiento, la confrontación, el narcotráfico y la corrupción.

El documento de los obispos, denominado La Patria: casa de todos, fue ponderado por representantes del oficialismo y de la oposición porque, en criterio de los consultados, refleja la situación actual que atraviesa el país y hace un llamado a la reflexión  para reconducir las políticas públicas que permitan reconocer la diversidad cultural del pueblo boliviano y la inclusión de los indígenas.

De acuerdo con la posición oficial de los obispos, el clero se siente parte del “presente momento histórico” porque ha contribuido a superar actos de confrontación y ha alzado la voz cuando la injusticia provoca dolor y sufrimiento a los más desfavorecidos. No obstante, los obispos cuestionan que en varios hechos de tensión y de lucha social ocurridos en el país se ha violado el respeto a la persona humana y sus derechos fundamentales.

A pesar de que los representantes de la curia no se refirieron a ningún caso específico, hacen alusión a los hechos ocurridos a principios de mayo en la localidad paceña de Caranavi, donde dos personas que participaban de un bloqueo murieron en un enfrentamiento con la Policía. A comienzos de julio también falleció en las celdas policiales y con señales de tortura el principal acusado por el asalto en un puesto de peaje de la autopista La Paz – El Alto.

Los obispos también expresaron su “honda preocupación” porque los flagelos de la corrupción y el narcotráfico continúan creciendo en el país, ya que se encuentran involucrados cárteles internacionales que están creando una cultura de muerte, en la que la mayoría de las víctimas son los jóvenes.

“Las fiestas patrias deben ser ocasión propicia para examinar sobre qué fundamento estamos construyendo el Estado Plurinacional”, señala el documento que hicieron público los obispos.

Consultada sobre el tema, la diputada masista Betty Tejada saludó el pronunciamiento de la Iglesia porque surge en el momento oportuno y porque asume que ha sido copartícipe de todo este proceso de cambio, que no es de ningún partido, sino de un cúmulo de hechos que han sucedido en la historia de Bolivia.

“Comparto la preocupación por los flagelos del narcotráfico y la corrupción porque es un problema de todos, y mientras los gobernantes nos lavemos las manos y nos acusamos los unos a los otros, no tomaremos el camino correcto”, indicó Tejada.

Según la diputada oficialista, se debe aprovechar la presencia del jefe de Estado en Santa Cruz para plantear agendas conjuntas y hacer propuestas para buscar soluciones a los problemas.

Otro que saludó el pronunciamiento de la Iglesia fue el opositor Javier Leigue, diputado por PPB-CN, porque hace un llamado para dejar la confrontación y se trabaje en agendas comunes. “Ojalá el Presidente recoja la posición del clero y trabaje en función de los intereses de los millones de bolivianos que reclaman atención del Gobierno”.

– Llamado. Como Iglesia hemos participado activamente en este proceso (de cambio). Hemos contribuido a superar momentos de confrontación, alzando nuestra voz cuando la injusticia ha traído sufrimientos y dolor a los más desfavorecidos y cuando regímenes dictatoriales y represivos han conculcado los derechos humanos, civiles, sociales y políticos.

– Esperanza. El presente momento histórico está cargado de proyectos y deseos de construir una sociedad más equitativa, con signos alentadores, como el reconocimiento de la diversidad y la riqueza cultural del pueblo y el justo proceso de inclusión de los hermanos indígenas.

– Advertencia. Sobre este proceso se ciernen amenazas que pueden dejar sin efecto todo lo positivo que este momento puede traernos. El reconocimiento de las diferencias culturales no nos debe hacer perder de vista la igualdad fundamental de todos los bolivianos en cuanto seres humanos ni los valores comunes, construidos a lo largo de nuestra historia, que nos identifican y unen.

– Violencia. El ambiente de tensión y confrontación que se vive casi constantemente ha hecho que en varias ocasiones se haya violado el respeto a la persona humana y sus derechos fundamentales. La primacía de la persona humana y el bien común son los principios básicos que tienen que guiar el accionar público y privado, y están por encima de las ideologías. Nada puede justificar la violación del derecho a la vida y a la libertad de las personas.

– Desconfianza. No hay que temer a las ideas diferentes. No podemos caer en la tentación del pensamiento único, excluyente del diálogo, que impone, amedrenta, criminaliza y rehúye de la riqueza de la confrontación de ideas diferentes, base de toda democracia madura.

– Flagelos. Constatamos con honda preocupación que la corrupción y el narcotráfico, en los que están involucrados cárteles internacionales,  continúan creciendo en el país y están creando una cultura de muerte.

Fuente: El Deber (Bolivia)