El gobierno del matrimonio Kirchner ha ingresado en un estado de verdadera emergencia cuyas consecuencias son todavía imprevisibles, aunque ya existen señales de un próximo cambio en el Gabinete Nacional. Esto sería un intento para amalgamar la conducción gubernamental con personas de la máxima confianza que aleje las sorpresas e impida situaciones algo más que embarazosas como las que se han creado durante los últimos días. En realidad, lo que ocurre es una directa derivación de la especial psicología que caracteriza a las dos principales cabezas que conducen (es una manera de decir) al Estado pero sobre todo, al confuso andamiaje de poderes e influencias internas caracterizadas por la existencia de negocios e intereses muy especiales como jamás ocurrió en la historia argentina. Esto último comprende en mayor o menor medida a los principales funcionarios que suelen entrecruzar sus preferencias políticas y crematísticas que de todos modos confluyen en la Casa Rosada y en la Quinta de Olivos. Sobre todo después de la oficialización de las denuncias efectuadas por el ex embajador argentino en Venezuela, Eduardo Sadous quien, pese a las abiertas presiones gubernamentales, precisó ante los miembros de la Comisión de Asuntos Exteriores de la Cámara de Diputados de la Nación detalles realmente comprometedores para distintos funcionarios y ex funcionarios argentinos y venezolanos, entre los cuales sobresale claramente la figura de Julio De Vido.

Como se sabe, pese a los esfuerzos por mantener el secreto de estos asuntos que de todos modos son conocidos por los empresarios argentinos que se veían obligados a pagar un “peaje” si deseaban exportar a Venezuela, ahora están sobre el tapete los principales datos de este escándalo pero además, abren la puerta para profundizar los alcances de un andamiaje de corrupción que puede dar un vuelco espectacular a la situación política argentina y afectar al chavismo venezolano en términos todavía inciertos. Esto es así pues se desconoce cuál será en definitiva la actitud que adoptará el flamante ministro de Relaciones Exteriores y Culto, Héctor Timerman, quien arrastra serias diferencias con el Estado de Israel, del que fue expulsado su padre, Jacobo, quien, al igual que su hijo, fue un firme e interesado apoyo al gobierno militar nacido en marzo de 1976. Pero además, Héctor debe informar públicamente acerca de la veracidad de su eventual nacionalidad norteamericana que, de ser cierta, aportaría su dosis conflictiva a la situación. Como si esto fuera poco, queda por definir qué piensa Héctor Timerman respecto de las relaciones con Cuba, habida cuenta que su régimen de gobierno goza de las simpatías del kirchnerismo, lo que contrasta con el pensamiento íntimo del nuevo Canciller.

En materia de afectos igualmente está en danza cuáles son los puntos de vista de Timerman respecto de Irán y de Venezuela, pues también aquí existen -al menos hasta ahora- posiciones encontradas y diferentes a las que sostiene el gobierno al que pertenece. Todo esto suma graves detalles que impiden conocer con precisión cuál será el futuro derrotero de la Argentina en el plano internacional. Nada más y nada menos.

Por el momento dejaremos de lado el enfriamiento de las relaciones con China, dado que Cristina viajará próximamente a ese país, que es uno de los principales mercados para nuestras exportaciones alimenticias, un tema que no goza de la necesaria inteligencia, estrategia y vocación de nuestro gobierno para ser encaminado. Lo mismo ocurre con el Uruguay y el Brasil, a partir de la inacabable crisis abierta alrededor de la pastera, cuya resistencia popular fue, curiosamente, alentada por los Kirchner.

Entre tanto, surgen en el nuevo escenario abierto con las insólitas formas que rodearon a la renuncia de Taiana, los nombres de cinco personas sobre las cuales descansará el kirchnerismo para maniobrar en las actuales circunstancias: obviamente, uno de ellos es el cuestionado ministro de Planeamiento Julio De Vido, quien no renunciaría no obstante el peso de las acusaciones que se le formulan: Alicia Kirchner, hermana de Néstor, es otra de las favorecidas aunque esté salpicada por algo más que sospechas; Zannini, desde la Secretaría General de la Presidencia de la Nación ya se ha convertido en uno de los operadores de mayor influencia, tanto que desde su escritorio salió la lista de los nuevos posibles ministros y la de quienes serán defenestrados. En Interior, el nuevo productor agropecuario Florencio Randazzo seguirá a cargo del espacio que le permitirán los Kirchner al igual que el combativo legislador Carlos Kunkel, uno de los ideólogos menos finos que tiene este gobierno. Obviamente, Timerman permanecerá en su puesto hasta tanto no ocurran situaciones desestabilizadoras como las que podrían darse en el orden internacional o en el interno, donde testigos válidos del Proceso de Reorganización Nacional -entre ellos varios militares retirados- están dispuestos a aportar sus testimonios acerca de la medida en que los Timerman -padre e hijo- respaldaron el golpe de marzo del 76. De paso, recordemos que esta actitud sólo fue la continuación de una vieja costumbre, atento que Jacobo estuvo empeñado infructuosamente en venderle al Presidente Juan Carlos Onganía dos proyectos que fueron rechazados de plano por el ahora desaparecido teniente general: la venta de un poderoso avión presidencial y la edición de un diario para “defender a la Iglesia Católica y a las Fuerzas Armadas”, algo que el entonces Presidente de la Nación no aceptó en absoluto por razones evidentes.

Fuente: Informador Publico (Argentina)