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EEUU: Debate presidencial en los Estados Unidos – por Manuel Suárez Mier

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“Más allá del estilo y las formas, en el centro del debate están dos filosofías opuestas e irreconciliables de cuál debe ser el papel del gobierno en la economía y la mejor forma de manejar las finanzas públicas.”

Siguiendo lo que ha sido una temporada aparentemente interminable de campaña política, primero por la postulación de su partido y a continuación por la presidencia de Estados Unidos, el ex-gobernador de Massachusetts Mitt Romney obtuvo anteayer una clara victoria en su primer debate con el Presidente Barack Obama.

Romney dominó la discusión y mostró un conocimiento superior al de Obama en los temas vinculados a la economía de su país, enfatizando su grave desequilibrio presupuestal que se debe sobre todo a los compromisos crecientes e insostenibles del gobierno con los ciudadanos en materia de seguridad social y cobertura médica.

El candidato presidencial por el Partido Republicano también mostró mayor energía y entusiasmo en la forma en que presentó sus argumentos frente a un Presidente que apareció desganado. Me recordó el debate entre el Presidente George Bush padre y Bill Clinton en 1992, cuando Bush ostensiblemente miró su reloj como si tuviera algo más importante que hacer o deseara que ya se terminara la discusión.

Pero más allá del estilo y las formas, en el centro del debate están dos filosofías opuestas e irreconciliables de cuál debe ser el papel del gobierno en la economía y la mejor forma de manejar las finanzas públicas.

Obama trató de defender sus políticas económicas en los casi cuatro años que lleva su gobierno, afirmando que heredó una situación explosiva de su antecesor y que de no haber sido por el masivo gasto deficitario emprendido, la situación estaría hoy mucho peor, argumento que es cada vez menos persuasivo con el paso del tiempo.

La discusión de fondo es cómo proceder en el futuro pues la deuda pública de EU está creciendo a una velocidad peligrosa y no se ve de qué manera se puede abatir su tendencia sin hacer cambios de fondo en el sistema impositivo y, aún más importante, en el capítulo más problemático del gasto, el costo de las prestaciones.

A diferencia de los demás países, Estados Unidos tiene el privilegio exorbitante –como lo llamó Valery Giscard D’Estaing cuando era ministro de finanzas de Francia- de que el resto del mundo acepte el dólar, lo que le permite endeudarse en el extranjero con mayor facilidad que cualquier otra nación.

Esta situación tan favorable podrá sustentarse en el futuro siempre y cuando haya planes serios y persuasivos de alcanzar un equilibrio fiscal en un plazo razonable mediante el aumento en los ingresos del gobierno con una reforma tributaria que amplíe la base impositiva con la eliminación de exenciones y dispensas de las que está repleto el sistema tributario vigente.

Este esfuerzo por el lado de los ingresos, requiere también de ajustes radicales en los pagos por prestaciones a los que se ha comprometido el gobierno y que no son sostenibles con la situación demográfica de un país en el que cada día hay más jubilados y menos trabajadores activos en cuyos ingresos se sustentan dichos pagos.

Si bien los candidatos no han delineado planes detallados respecto a cómo piensan lograr lo anterior, la evidencia de cuatro años muestra que Obama no tiene la menor intención de hacerlo, lo que quedó claro desde que ignoró las recomendaciones de la Comisión Presidencial bipartidista que él mismo había creado en 2010.

Romney, por su parte, se ha tenido que cuidar del segmento más radical dentro de su partido que se opone en forma tajante a cualquier aumento de los impuestos, como queda claro en la “promesa de Grover Norquist,” líder extremista que ha logrado que un número elevado de congresistas se comprometa a:

“Oponerse a cualquiera y a todos los esfuerzos por elevar la tasa marginal del impuesto sobre la renta a las personas y a las empresas; y oponerse a cualquier reducción o eliminación de deducciones y créditos, salvo que se acompañe dólar por dólar con reducciones adicionales en las tasas tributarias.”

La buena noticia del resultado de este debate es que Romney está de regreso en la pelea, pues muchos encuestadores y comentaristas lo daban ya por derrotado debido a la ventaja que había ganado Obama en un puñado de estados que aún pueden irse por cualquiera de los candidatos en la votación del 5 de noviembre próximo.

Fuente: Asuntos Capitales (México)

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