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Bolivia

Bolivia: ¿Cambia todo cambia? – por Centa Reck

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Vaya que es difícil vivir en la época en la que el cambio es el eslogan oficial del gobierno, mientras vemos con ojos atónitos un país que se desbarajusta y se desbarranca en un anecdotario que parece sacado de las páginas de García Márquez.

La Bolivia bananera sigue vigente, antes era la plaza en la que pululaban los oligarcas de las minas, del gas y ahora es la plaza de toros de la nueva oligarquía cocalera- estatista. No estaría mal que una clase o un sector hubiera reemplazado al otro, puesto que todo lo que es estático tiende a creerse sempiterno y sufrir un franco proceso de deterioro y endiosamiento que se constituye finalmente en un mal sueño o una pesadilla para la sociedad, puesto que se convierte en una clase social, económica o política monolítica sin movilidad y sin posibilidad de salir de la consanguineidad, produciendo malformaciones sociales. No está mal que al palacio y al Congreso (Asamblea Plurinacional, si prefieren) hayan llegado personas de todas las razas y estamentos sociales y culturales, pero lo que nos llama la atención es que las prácticas de los Estados bananeros no hayan cambiado y más bien se hayan profundizado y se impongan finalmente llegando a la ridícula posición de rozar con el absurdo.

La actual elección a prefectos y alcaldes que por alguna razón se hizo “coincidir” con la reciente conformación del Ejecutivo y Legislativo de Bolivia, nos muestra el límite al que puede llegar el absurdo empoderado y que se plantea como un inevitable proceso de “cambio” sin cambio o en contracambio por supuesto.

Bueno, en este nivel de situaciones se plantean candidaturas apoyadas por el oficialismo, en las que se promueven actores de la política tradicional, bautizada así por el gobierno y ahora oficializados a nombre del sacramentado sacrosanto proceso de “cambio”. Resulta que los candidatos elegidos a dedo por el Ejecutivo, se declaran actores en favor del cambio en vez de decir que más bien están siendo favorecidos con el no cambio, y bajo esta palabra abra- cadabra creen poder esconderse todos los infundios pendientes y el lavado pretende no sólo revestirse con un concepto que comienza a gastarse en forma acelerada, volviéndose viejo y arrugado antes de tiempo, sino que incluso se practica un intento de lavaje cerebral en los ciudadanos que ya no entienden por ejemplo como un candidato que fue de dos partidos tradicionales y acusado de corrupción hoy aparezca acaramelado con la palabra de defensor y propulsor del cambio. Los ciudadanos tampoco entienden como una chica que ha representado a Bolivia en certámenes de belleza y cuya iconografía hasta ahora sigue llenando la ciudad con promociones que pasan por el plano corporal aparezca de golpe y porrazo con el pelo recogido, con camisas tipo internado de monjas o novicia de convento y se proponga por esta simple transformación de vestimenta y vocabulario oficial como la viva encarnación del “proceso de cambio”.

Bueno, en realidad las personas que han sido tentadas a la personificación de estas nuevas encarnaciones no son las únicas culpables del nacimiento por fórceps que pretende canalizarse a través de ellas, son elementos sensibles que han caído en sus propias pasiones por juventud o en cumplimiento a la audacia que impulsa las ambiciones personales, pero el gobierno tendría que ser más mesurado, no tendría que tomarse tan a la ligera el llamado “proceso de cambio” al punto en que lo está desgastando y transformando en moneda corriente, que va perdiendo aceleradamente su connotación ideológica y hasta semántica.

Mientras se dice que todo cambia, constatamos que nada cambia y que nuestra sociedad se hunde como el Titanic majestuosamente en el naufragio de un proceso que se va convirtiendo cada vez más nítidamente en más de lo mismo. Lo único que tal vez debemos agradecer enormemente al MAS es la caída de la máscara y la posibilidad que nos está dando de ver el verdadero rostro o semblante del poder hecho carne y uña con la araña viuda del poder. Esta es la razón por la que el poder ahora parece no fingir poses y se da el gusto de hacer evidente lo que siempre supusimos que es la verdad del poder sin límites, del poder sin contrapesos, que se permite mostrarse desnudo y sin pudor, razón por la que los corruptos que están en ejercicio del poder pretenden pasar por no corruptos y la juventud y la mujer se muestran como un valor de oportunismo y no de oportunidad, amenazando salir y descarriarse del orden del mérito, del esfuerzo, de la razón y llegando al roce de la impudicia de tratar de mostrar que todo es porque al poder le da la gana y el gusto y no por merecimientos o por un trabajo sostenido.

De todos modos, en este proceso de desgate las personas tampoco son personas sino personificaciones del poder vigente y arrebatado, por eso no deben ofenderse cuando les decimos como se muestran o se exhiben en la medida que han decidido dejar que el poder las muestre sin máscaras y desnudas, mientras se muestra a sí mismo sin caretas.

¿Qué cambió? La sociedad se ha fragmentado en fracciones políticas que amenazan que volvamos a convertirnos en polvo del polvo. Quiero decir que esto no es cambio es desestabilización inmisericorde, es hagamos lo que nos venga en gana, es el reino de la anarquía de principios, ambiciones, aspiraciones que se hacen carne en un sinfín de propuestas que no tienen contenido ni contención alguna, como si se siguieran el principio niezstcheniano de que Dios no existe y entonces todo está permitido. Sin darse cuenta que el no cambio nos exige que tratemos de retornar a la estabilidad, que nos obliga a que busquemos planear en una relativa estabilidad para luego buscar otra vez el cambio- un cambio más consistente y que no se plantee como una caída libre en el vacío del ensayo y error o del todo está permitido.

Estas arbitrariedades no pueden ser identificadas como el cambio, tiene que volver a existir Dios – como principio rector para que no todo esté permitido y menos absolutivitizado bajo un rótulo que ahora vemos que está vacío.

* Centa Reck es Senadora por Santa Cruz

Fuente: La historia paralela

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