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México: El PRI visita Estados Unidos – por Manuel Suárez Mier

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mexico_pri_triunfoEl presidente del Partido Revolucionario Institucional (PRI) César Camacho Quiroz  está de gira por Estados Unidos. Tuve la oportunidad de reunirme con él en un desayuno convocado por el Embajador de México Eduardo Medina Mora, en la ciudad de Washington, con académicos y analistas que estudian nuestro país desde el vecino del norte.

Conozco bien a César pues por años ambos fuimos consejeros editoriales de El Economista. En consecuencia, es claro que la amistad impone una predisposición favorable a Camacho, persona inteligente, sensata y de fino tacto.

El reto que enfrenta en su reciente encomienda, iniciada once días después del acceso al poder de Enrique Peña Nieto en diciembre de 2012, no es fácil pues el PRI no goza de la mejor fama pública sino todo lo contrario: buen número de sus ex-dirigentes, como Humberto Moreira, Roberto Madrazo, Carlos (el Negro) Sansores y demás fauna variopinta, tienen larga cola y un serio desprestigio personal y político que obviamente contagió al PRI.

Si juzgamos al partido como una marca comercial, como hacen los mercadólogos que de tiempo atrás han incursionado en el ámbito de la política, se puede concluir que si bien se trata de una marca sumamente conocida en toda la geografía nacional, al igual que Coca Cola o Pan Bimbo, su reputación no es precisamente la mejor.

Por fortuna relativa para el PRI, el buen nombre de los otros partidos políticos en nuestro país anda por los suelos con el deslucido desempeño del PAN en el poder a nivel nacional y local, y por la forma notable en la que ese partido pasó de encarnar “a la gente decente”, a una fama pública de ser “tan rateros como los otros pero sin saber cómo gobernar.”

El PRD en sus diversas iteraciones, y los demás partiduchos quesque de izquierda, que no son más que franquicias personales para explotar al erario, han sido siempre  organizaciones delincuenciales que canalizan recursos públicos a los caprichos de sus líderes, y cultivan una relación clientelar con bandas de forajidos cuyas actividades ilícitas solapan en las zonas por ellos “gobernadas”, como la ciudad de México, a cambio de su apoyo incondicional.

El reto que enfrenta su actual presidente, es diferenciar al “nuevo PRI” de los otros partidos, y de largos periodos de su propio pasado que son vergonzosos, con una agenda propositiva y con un desempeño capaz y transparente que priorice acercarse a la sociedad a la que aspira a representar. Esto es lo que pretende hacer César Camacho, según su discurso en EU.

En adición, el PRI tiene el desafío de superar la leyenda negra de su autoritarismo, su abuso anti-democrático y su permanencia ininterrumpida en el poder por más de siete décadas, imágenes particularmente enraizadas en el extranjero, en donde se tiene un conocimiento superficial y anecdótico del PRI, pero invariablemente negativo.

Peña Nieto y el PRI tuvieron el talento de forjar las alianzas necesarias desde el ocaso de la gestión de su antecesor, para lograr la aprobación de las largamente pospuestas reformas estructurales necesarias para conseguir que la economía nacional pueda retomar un crecimiento acelerado y sostenido que no hemos visto en tres y media décadas.

Pero su insistencia en prolongar acuerdos con otras fuerzas políticas ha producido una fatal contrarreforma hacendaria, con negativo impacto para el crecimiento, y la postergación de las leyes secundarias de las reformas en telecomunicaciones y energía, que ha robado la inercia de lo que los analistas extranjeros calificaron como “the Mexican moment.”

Otro reto enorme que enfrenta la dirigencia del PRI es definir una plataforma ideológica de la que siempre ha carecido pues el partido ha cambiado de ideario dependiendo del presidente en turno. Camacho sustenta que deben ser los principios de la social democracia de centro izquierda los que definan al PRI pero ello exige precisar su contenido.

Si se trata de que se privilegie a un Estado benefactor que prioriza los “derechos” de sus ciudadanos mediante transferencias y “apoyos,” en lugar de enfatizar un estado de derecho efectivo y universal que garantice igualdad de oportunidades para todos y no de resultados, me temo que no se generarán las condiciones necesarias para el desarrollo futuro del país.

En cualquier caso, le deseo la mejor de las suertes a César Camacho en los peliagudos retos que enfrenta como dirigente del PRI por el bien de nuestro país.

Fuente: Asuntos Capitales (México)

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