Debemos aprender a cuestionarnos y cuestionar.

Las conversaciones con los jóvenes –y Guatemala es un país lleno de juventud– nos llenan de esperanza. Cuando estos manifiestan su curiosidad nata y una cierta inocencia de niños, nos contagian su optimismo. Siempre abro las puertas a los jóvenes. Aprendo mucho de ellos y espero dejarles a cambio un granito de sabiduría. Aparte de años y canas, los años suelen dejarnos también cierta sabiduría, y es un gusto compartirla con las generaciones que nos siguen. Pero el aprendizaje, no se olvide, es mutuo, de doble vía. Compartiré con ustedes un mensaje que suelo repetir a los jóvenes, con la esperanza de que no lo olviden cuando sean mayores.

Les digo: aprendan a cuestionarse y a cuestionar. Todos estamos sujetos a lo que los psicólogos llaman sesgo de confirmación. Tendemos a favorecer la información que confirma lo que nosotros mismos creemos. Y, en algunas ocasiones, caemos inconscientemente en el autoengaño, al negar la evidencia contraria a nuestras ideas y conclusiones. De ahí que lo primero que debemos aprender es a cuestionarnos a nosotros mismos. Debemos sopesar la información contraria a nuestras hipótesis, creencias o intereses. De igual forma, debemos tener presente que es fácil caer en el autoengaño y que nosotros no somos la excepción. Richard Feynman, Premio Nobel de Física, lo dijo mejor: “El primer principio es no engañarte a ti mismo, pues tú eres la persona más fácil de engañar”.

Así que, si nos cuestionamos, evitaremos el sesgo de confirmación y el autoengaño. Este es el primer paso para sostener una conversación honesta y profunda con otras personas. Luego deben aprender a cuestionar dignamente a los demás, incluyendo a los mismos expertos en el tema de que se trate. Estamos rodeados de desinformación tendenciosa, y hasta los expertos están sujetos al sesgo de confirmación y al autoengaño. Pero es muy importante que al cuestionar lo hagamos sin personalizar los argumentos, sin ofender, y reconociendo que podemos estar equivocados. El segundo principio es, pues, cuestionar con respeto a nuestro interlocutor y permanecer abiertos a ser corregidos por él.

Fuente: Centro de Estudios Económico – Sociales (Guatemala)