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Latin America

Opinión: Sociedad civil y prosperidad – por Ricardo Valenzuela

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RicardoValenzuelaAnte un mundo cada vez más poblado y de creciente escasez, los gobiernos no encuentran la fórmula mágica para enfrentar ese reto, el reto de abrir las puertas a la prosperidad. El filósofo Santayana afirmaba que, aquellos que no aprenden de la Historia, están condenados a repetirla. Yo pienso que la lección más importante de la historia moderna es la que nos han enseñado tres eventos conformados recientemente:

Los éxitos y fracasos al tratar de construir una sociedad civil en lo que fue la Unión Soviética; el fracaso estrepitoso del modelo Neo Confuciano aplicado en el este de Asia; y el resurgimiento de las economías en el mundo de habla inglesa, particularmente en los Australia y Nueva Zelanda y recientemente las de los países bálticos. Esas experiencias nos permiten entender las raíces culturales del nuevo fenómeno que hoy emerge y que se le ha llamado “ultra prosperidad.” Ultra prosperidad se ha definido como la habilidad de una economía para generar un crecimiento a largo plazo por encima de las normas históricas. Un crecimiento económico no inflacionario y en un estado de pleno empleo.

Bajo los estándares del concepto de ultra prosperidad, el crecimiento experimentado por los EU durante los últimos treinta años no ha sido un hecho excepcional, sino la conformación de una nueva norma que, a pesar de sus problemas actuales y las nocivas interferencias del estado, se espera continúe agresivamente durante todo el Siglo XXI, en el que se proyecta el PIB de los EU al final de la segunda década se ubique cercano a los 30 Trillones de dólares. Hay varias explicaciones para este fenómeno. Todas ellas asumen un Dow de 30,000 para mediados de la próxima década, y algunas van hasta predecir un Dow de 250,000 para mediados de este siglo.

Estas lecciones nos han enseñado una cosa—la relación entre prosperidad y sociedad civil. Una Sociedad Civil es una en la cual la gente tiene dos cosas fundamentales; libertad y las herramientas para formar asociaciones —compañías, clubes, sociedades, empresas, y redes informales— que después actúan como un gran sistema intercomunicado y autorganizado para resolver las necesidades de la comunidad. Los gobiernos en las Sociedades Civiles exitosas han servido básicamente como los proveedores de la estructura que alguien ha llamado el guardián de funciones —un justo e imparcial adjudicador, mantenedor de la paz  y el centinela de la paz interna y externa.

Las Sociedades Civiles se desarrollan lenta y gradualmente, no se encuentran en estado natural. En la actualidad los países con sociedades civiles débiles o que no las tienen, se dividen en dos tipos. Los primeros son aquellos en los que la sociedad civil es un tejido de complicidades entre el estado y ciertos miembros de la familia política, un exclusivo club de saqueadores. Los menos comunes son aquellos en los que sociedades civiles existentes fueron destruidas por el Estado opresivo. En el Siglo pasado vimos cómo ideologías opresivas crearon maquinarias gubernamentales perversas para destruir las sociedades civiles. Las monarquías nunca las permitieron, las dictaduras las asesinaron.

Las experiencias de la ex Unión Soviética y el este de Asia, han reforzado la importancia de la Sociedad Civil en la prosperidad de las naciones. El comunismo ha sido la maquinaria más eficiente para destruir la Sociedad Civil. La recuperación de esa fatal plaga se puede predecir respondiendo dos preguntas —¿cuánto tiempo estuvo un determinado país bajo tal yugo y qué tan fuerte era su Sociedad Civil antes de que lo subyugaran? Países como Polonia, Hungría, Estonia que portaban Sociedades Civiles relativamente fuertes antes del comunismo y fueron subyugadas después de la segunda guerra mundial, son las que mejor se han recuperado. Aquellas que estuvieron oprimidas por más largo tiempo, como Rusia y sus diferentes regiones, viven todavía un limbo de falta de definiciones. Las regiones que tenían sociedades casi monárquicas como Albania y Asia Central, permanecen al final de la lista. Insurrecciones, corrupción, y sociedades civiles putrefactas hacen imposible la recuperación.

El este de Asia es una historia diferente pero con los mismos resultados. Los países exitosos de Asia siempre tuvieron economías de mercado pero con sociedades civiles sumamente débiles. Los negocios siempre se basaron en relaciones familiares o gubernamentales, los que no pertenecieran a esos círculos, siempre corrieron riesgos muy anormales al tratar de participar. Ese tipo de sociedad prospera por algún tiempo, sobre todo si tienen ética de trabajo. Los tigres se convirtieron en expertos copiadores de negocios para repetirlos en sus países más barato, más eficiente, y con el apoyo y capitalización gubernamental.

Finalmente el modelo neo confuciano —lealtad familiar, proteccionismo, supresión del individualismo, ética de trabajo, ayuda estatal— tuvieron que enfrentar las furias de los mercados libres agigantados por las verdaderas sociedades civiles a nivel mundial, provocando el derretimiento del milagro asiático y un tapabocas para todos aquellos profetas del Apocalipsis que durante los 80s inundaron el mercado con sus libros prediciendo el declive de los EU ante el imparable Japón. Curiosamente países como Hong Kong y Singapur, que habían sido colonias inglesas heredando sobre todo su sistema legislativo, fueron salvadas por sus “blindajes” Anglo Confucianos contra ese neo confusionismo.

Ahora, ¿este análisis deja a México y América Latina sin respuesta? En México nunca ha existido una verdadera Sociedad Civil. La concentración de poder en la época de la colonia no permitió su formación. Al lograr nuestra independencia no tuvimos paz hasta el gran invento de los revolucionarios; el PRI. En esos momentos, como dice Fukuyama, el PRI asumió el papel de Luis XVI en Francia concentrando todo el poder para impedir el desarrollo de la Sociedad Civil. Fue en esa época cuando Plutarco Elías Calles le dio vida a la Cosa Nostra mexicana. Mediante los tentáculos opresivos de “La organización” se controlaron obreros, campesinos, burócratas, profesionistas, partidos políticos e inclusive infinidad de “organizaciones empresariales”

En estos momentos México es un potaje de lo peor analizado; un país con noveles y débiles instituciones, sin una verdadera sociedad civil, sin un verdadero sistema legislativo, con una economía todavía controlada por la familia revolucionaria, con una incipiente democracia que nadie sabe qué hacer con ella, con insurrecciones, con una gran corrupción. Ahí es donde debe estar la lucha, en crear ese potaje de esta nueva Ultra prosperidad —sociedad civil libre, economía libre.

Fuente: Asuntos Capitales (México)

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