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Argentina

Argentina: Un sistema monetario no se elige como una cartera Louis Vuitton – por Roberto Cachanosky

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No puede haber crédito sin ahorro y sin una moneda que tenga la función de reserva del valor.

En el discurso que dio Cristina Fernández de Kirchner para conmemorar los 75 años de la creación del Banco Central de la República Argentina (BCRA) hubo, a mi entender, una ensalada de conceptos que confirma la audacia de la presidenta para hablar de temas tan complejos como el sistema monetario y financiero. Su ejemplo de los once cachorritos que había tenido su perrita bóxer y la lucha por comer de los cachorritos, donde los más fuertes sacaban “a los codazos” (sic) a los más débiles, derivó en la teoría darwiniana para, posteriormente, terminar justificando la intervención del Estado en la economía, los problemas de la Unión Europea con sus economías, el libre comercio y, finalmente, la conclusión de que el BCRA no puede ser independiente del poder político y que su única misión no puede ser la de preservar el valor de la moneda. Digamos que con su particular estilo de hablar, terminó enlazando los “codazos” de los perritos por comer con su teoría monetaria.

Llama la atención que siendo una mujer que improvisa sus discursos sobre cualquier tema, no haya apelado a su memoria. Digo esto porque Cristina Fernández es una mujer de algo más de 50 años y vivió la época del Banco Central subordinado al poder político con la consecuente destrucción de 4 signos monetarios, inflación alta, megainflación e hiperinflación. Puesto en otras palabras, no puede ignorar que el modelo de BCRA al cual ella pretende volver destruyó la moneda en la Argentina. Si estuvo en el BCRA para dar su discurso, bastaba con que previamente recorriera el salón en el cual están todos los signos monetarios que tuvo el país, y se hubiese encontrado con billetes de 1.000.000 de pesos argentinos o de 500.000 australes. Este solo dato le hubiera permitido advertir la capacidad de destrucción monetaria que tuvo el modelo de BCRA que ella propone. Es más, con los actuales pesos ya vamos por la serie K (lo de la serie K no es una ironía) de los billetes de 100 pesos. ¿Por qué tantas series para los billetes de 100 pesos? Porque siguen emitiendo billetes de 100 que no alcanzan para nada y no se animan a emitir billetes de mayor denominación para no dejar en evidencia la destrucción monetaria que estamos teniendo y la elevada tasa de inflación que tenemos. ¿Qué impacto político tendría en la población si emitieran billetes de 200 o 500 pesos? Esta es la pregunta que debería haber formulado Cristina Fernández en vez preguntarle a un auditorio complaciente si en serio creían que el presidente de la Reserva Federal dependía del poder político.

Cristina Fernández dice que el BCRA no tiene que tener como única función defender el valor de la moneda, sino también contribuir al crecimiento económico. Como si la sola impresión de billetes permitiera crear de la nada ahorro que se traduzca en crédito. El ahorro no se inventa ni se imprime, se genera consumiendo una parte menor al ingreso percibido. Y ese ahorro se transforma en crédito cuando es volcado por la gente al mercado de capitales. El ingreso que tuve y no consumí se lo presto a otro bajo la forma de crédito para que ese otro pueda consumir o invertir. Y solo fugo mis ahorros cuando no tengo confianza en la seguridad jurídica de la Argentina. Cuando creo que el Estado va a confiscar mis ahorros para financiar sus gastos, como ocurrió con los ahorros de la gente en las AFJP, o para generar fenomenales transferencias patrimoniales. Estos son los dos puntos que Cristina Fernández evidentemente no entiende. No puede haber crédito sin ahorro y no puede haber crédito sin moneda.

No puede haber crédito sin ahorro previo por lo expuesto más arriba. El crédito surge del ingreso no consumido. Y, a su vez, para poder otorgar crédito debe haber cierto grado de estabilidad monetaria o, si se prefiere, no tiene que haber inflación en los niveles que tenemos actualmente, porque con inflación, el que presta sus ahorros corre el riesgo de que sean licuados por la inflación. ¿Dónde vivía Cristina Fernández en 1975 cuando se produjo el rodrigazo? ¿En qué país estaba cuando la inflación llegaba a los 3 dígitos anuales o en 1989 cuando estalló la hiperinflación? Esos desastres monetarios se produjeron gracias al modelo de Banco Central que viene a proponer bajo la teoría darwiniana de sus cachorritos a los “codazos” para comer.

Ningún banco central en el mundo puede crear crédito de la nada. Ni la Reserva Federal, ni el Banco Central Europeo ni el Banco Central de la Argentina. Lo máximo que puede conseguir los banco centrales es, justamente, lo que Cristina Fernández no quiere: limitarse a preservar el valor de la moneda, que dicho sea de paso no es un invento de los gobiernos sino que la moneda es descubrimiento del mercado. Fue la gente la que descubrió que ciertas mercaderías servían como medio de intercambio y reserva de valor. Y fueron los gobiernos los que, al monopolizar la emisión de moneda, crearon la inflación, inventaron crédito artificial y generaron grandes fluctuaciones económicas y crisis como las de 1929 o la actual. Basta con ver la evolución de la tasa de Reserva Federal para advertir el auge artificial que impulsó dicha institución, la aparición del los créditos hipotecarios a quienes no podían pagarlos y el posterior colapso.

Es más, en su precaria teoría keynesiana, el matrimonio sigue creyendo que impulsando el aumento del gasto público van a generar crecimiento, mientras señalan con el dedo acusador a la UE. Si Grecia, España, Hungría y otros países están en serios problemas de endeudamiento fue, precisamente, porque se fueron de pista con el aumento del gasto y lo financiaron con crédito público basado en ahorro que no existía, sino en tasas de interés artificialmente bajas.

Pero tal vez esto sea demasiado complicado para que sea entendido por gente que sigue creyendo que imprimir billetes en cantidades industriales es sinónimo de ahorro. No hay atajos para el crecimiento que eviten la producción, la generación de ingreso en base a la producción, el ahorrar parte de esos ingresos y la disposición de la gente a prestar parte del fruto de su trabajo. El crédito nunca va a aparecer en Argentina mientras no exista una moneda que tenga la función de reserva del valor y mucho menos vamos a tener crédito mientras le pasen por arriba a la propiedad privada y las reglas de juego sean cambiadas de acuerdo al humor o las necesidades políticas con que el matrimonio se levanta cada día.

Hacer en un discurso sobre teoría monetaria es mucho más complicado que ser conocedor de los diferentes modelos de las carteras Louis Vuitton. No cualquiera está capacitado para conocer sobre semejantes lujos, así como no cualquiera puede hablar de teoría monetaria con cierto grado de coherencia. En definitiva, no es lo mismo elegir un modelo de cartera Louis Vuitton, que elegir un modelo de sistema monetario. Son dos temas muy diferentes y con complejidades también diferentes. Las carteras se las eligen porque gustan. El diseño de un sistema monetario requiere algo más de elaboración intelectual y profundos conocimientos que no se necesitan para optar por una cartera u otra de la afamada marca.

Fuente: Economia para todos (Argentina)

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