Esta semana Chile sorprendió con la noticia de que ya tiene todo listo para que sus ciudadanos, a partir del próximo año, ya no necesiten visa americana para entrar a los Estados Unidos y permanecer ahí hasta por noventa días. Pensar que Argentina gozó de este privilegio en los noventa, luego lo perdió también. ¿Por qué a Chile? Fácil, pues. Porque los chilenos no dan señales de querer quedarse en el país norteño. Al menos no tan intensas como otros de sus vecinos.

Es curioso que por la misma década, Argentina era socia externa de la OTAN, privilegio que está negociando hoy Colombia y que provocó las encendidas protestas y golpes de pecho de Cristina, Evo y Nicolás. De lograrlo, y todo parece que será así, porque cuenta con el respaldo de Estados Unidos, Colombia vería potenciada, en la práctica, su presencia geopolítica en la región.

Una región que, en lo comercial, depende cada vez más de China como locomotora de buena parte de su crecimiento económico. Y precisamente por estos días también, el presidente de China Xi Jinping, en persona y acompañado de su carismática esposa, visita nada menos que México, donde ya se habla de una alianza estratégica de muy largo plazo para orientar el país hacia el mundo. El propio Xi Jinping lo sentencia así: “En la actualidad, tanto China como México han entrado al carril de aceleración para el desarrollo económico y social presentando perspectiva prometedoras de cara al futuro, de manera que se visualizan importantes oportunidades sin precedentes en las relaciones”.

Por otro lado, Perú, a diferencia de sus tres socios de la Alianza del Pacífico, se entretiene con Lula, un político retirado en fase de putrefacción, al que solamente no le cae un megajuicio de corrupción porque su correligionaria Dilma Rousseff es Presidenta de Brasil, la cual, a pesar de sus esfuerzos, apenas si puede parar la avalancha de pruebas que van saliendo en su contra.

Como no podría ser de otra manera, la izquierda peruana completita le da a Lula el tratamiento de un “Menudo” en los ochenta. El Presidente, con sonrisa de oreja a oreja no solo por la foto, sino por el “empoderamiento” que el “sumo sacerdote” de la progresía latinoamericana le entrega al animarlo a ir por una reelección, ya que “un periodo de gobierno es muy corto”. La señora alcaldesa ya no puede más de lo deslumbrada que se ve cual adolescente encandilada al condecorarlo sabe Dios por qué. Y claro, los acaudalados empresarios aplauden igual. Total, negocios son negocios. Y Brasil es Brasil, como en el fútbol.

En otras palabras, Perú jugando en cancha de barrio, mientras sus socios de la Alianza del Pacífico lo hacen a estadio lleno. Siempre jugando en las ligas menores. Eligiendo lo peor del menú, sentándose en las filas de atrás, dejando que otros bailen con la reina de la fiesta. ¿Tara sicológica, miedo escénico o complejo país?

Fuente: Diario Correo (Perú)