El clima de Lima, como suele suceder en invierno, está cambiante. De hecho, ni siquiera es de invierno, sino de otoño, pero alterna días de crudo frío con primaveral sol. ¿Qué? ¿No se entiende? Similar confusión ronda en el otro clima. Efectivamente, el clima de inversión en el Perú anda demasiado cambiante. Diría que hasta enrarecido. Y ha resfriado a la inversión privada. Por eso anda decaída.

El clima de inversión es el conjunto de factores específicos de un lugar que configuran las oportunidades e incentivos de las empresas para realizar inversiones productivas, crear empleo y ampliar sus operaciones. Tan importante es el clima de inversión para el desarrollo que el Banco Mundial va a realizar en Panamá, entre el 6 y 7 de junio, la conferencia denominada “Reformas en el Clima de Inversiones en América Latina y el Caribe”, sobre mejoras al clima de inversión para la empresa privada que reunirá a unos 150 expertos de América Latina y el Caribe. Este es el desafío del momento, porque sin él, toda medida aislada será siempre momentánea y coyuntural.

¿Las últimas siete medidas del Gobierno? Apenas un descongestionante momentáneo. Una pomadita en el pecho. ¿Mercado de capitales para financiar PYMEs? ¡Pero si ni siquiera tenemos profundidad para financiar megaproyectos internos! ¿Equipos especializados para impulsar inversiones? ¡No me digan que ya liquidaron a ProInversión! ¿Prioridad de inversión en infraestructura? ¡Pero si seguimos últimos en agua y desagüe en Sudamérica!

Las siete medidas del Gobierno no le hacen ni una leve cicatriz a las dos bombardas con las que este mismo régimen torpedeó el clima de inversión: Conga y Repsol. No son algo que, como piensan algunos, se superó con una declaración. Son actos fallidos que transmiten poca convicción real y efectiva del Gobierno en la inversión privada como motor del desarrollo.

Especialmente este régimen tendría que ser hiper-cuidadoso en no incurrir en esos actos fallidos. Llegó entre algodones, prendido de alfileres con talante de “garantes” contra natura. Con aroma de chavismo y actitudes de retomar la Constitución de 1979 y demás, luego de dos campañas presidenciales donde la iconografía velasquista fue el abanderamiento de su presentación en sociedad. No, definitivamente este gobierno no puede darse el lujo de seguir pareciendo un remedo de chavista, con aspiración de kirchnerista.

¿Qué construiría clima de inversión? Primero, establecer un liderazgo proinversión, que bien podría estar en un nuevo Primer Ministro, o cuando menos, en el presidente de ProInversión. Segundo, definir con claridad que el Gobierno respetará las reglas de juego, por ejemplo, en el caso de la “reelección conyugal”. Tercero, apostar decididamente por mejorar la calidad de la educación y de las infraestructuras, en particular las de agua y saneamiento. Y cuarto, evitar más actos fallidos como Conga y Repsol.

El Gobierno debe seguir el consejo de las abuelas y abstenerse de estorbar. Así ayudaría más.

Diario: Diario Correo (Perú)

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