Dicen que el dueño de la patria ya es de todos, es un inteligente líder que encabeza un proyecto autoritario de gobierno.

No lo creo así. Lo veo más bien como un muñeco parlanchín que solo repite lo que tres ventrílocuos le ordenan.

Es un monigote gordito, frecuentemente bravito y a veces sonriente, al que semanalmente le dicen lo que debe repetir.

No lo considero muy inteligente ni coherente.

Sin embargo, es la imagen visible de tres ventrílocuos que son sus verdaderos dueños y los que piensan por el. Cada uno se turna para hacerlo repetir las cosas que quieren que repita.

Lo hacen de tan astuta manera, que convencen al muñeco de ser el primero en pensar aquello ya pensado por ellos.

Hay tres controladores de la marioneta. Hugo Chávez, Alexis Mera y Vinicio Alvarado. Estos son los verdaderos cerebros del socialismo. Cada uno tiene su propio móvil y sus propios intereses.

Chávez es movido por su endiosamiento, su insatisfecho afán de gloria y el abuso del poder. Está íntimamente convencido que ha sido predestinado como el nuevo libertador latinoamericano; eso sí claramente muy superior al original. Es tan fatuo que se auto cree dueño del pensamiento y la conducta de todos los presidentes que lo acolitan. Para pertenecer a su grupo y ser considerados como compañeros revolucionarios, los mandatarios tienen que serle sumisos; aceptar lo que piensa y estar dispuestos a embarcarse en cada nuevo pleito que se meta.

El otro dueño del maniquí es Alexis Mera. Personaje astutamente sagaz, es quien hace legal lo ilegal para justificar el sostenimiento del proyecto, que en definitiva solo tiene una meta: perennizarse en el poder como sea y a costa de lo que sea.

El último ventrílocuo es un casi genio, que maneja al tentetieso a su antojo y es el que realmente decide cuales cosas son las que conozca el manejado y cuales las que no debe saber.

De los ventrílocuos nacionales, es el de mayor influencia y el verdadero mentalizador de todo lo que pasa.

Para lograr que el monigote diga lo que quieren, los tres utilizan una táctica bastante sencilla: le hacen creer que es el Mesías destinado para trasformar la patria. Lo convencen y manejan mediante frases, adulos y actitudes serviles, para mantener inflada la sobrevalorada vanidad de quién hoy se cree dueño del país y de su gente.

A base de este muñequeo, los tres le ocultan lo que verdaderamente pasa y le dicen las verdades a medias, con el fin de hacerlo decir aquello que solo a sus propios intereses les conviene.

El títere es una especie de loro belicoso. Narcisista, vanidoso y de plumajes bordados, está convencido por sus dueños de ser un caudillo destinado a la inmortalidad.

Todos los demás “imprescindibles” compañeros solo son piezas ejecutantes que se usan o desechan de acuerdo a la conveniencia de los titiriteros para mantenerse en el poder.

Para los verdaderos dueños del circo, mientras les son útiles los tontos útiles, los proclaman como compañeros importantes, pero si ponen en peligro sus intereses, los abandonan y traicionan.

Si este proceso revolucionario fuera de verdad honesto; Alvarado debería ser el presidente, Mera su vicepresidente y el humilde Chávez el más grande libertador Bolivariano.

Fuente: Ecuador en vivo